LUNES, 5 DE AGOSTO DE 2013
PABLO IGLESIAS
La historia enseña que los
privilegiados de todos los tiempos solo han hecho concesiones a los oprimidos
cuando éstos, por su unión y su fuerza, les han infundido temor y hécholes
comprender que sus intereses corrían peligro si no satisfacían en parte las
aspiraciones de los que ansiaban mejorar su estado.
La burguesía, con sus propios actos, indica a los trabajadores que solo
cede algo en sus prerrogativas, que únicamente afloja el cordón de la bolsa,
cuando entiende que de no hacerlo así puede verse su existencia amenazada, su
dominio comprometido o la vida de algunos de los suyos en riesgo de muerte...
Si los obreros sin ocupación no fueran un peligro, por su crecido
número, para la tranquilidad burguesa y la buena marcha de los negocios, las
pocas obras que acometen los Ayuntamientos y las Diputaciones no se llevarían a
cabo.
Si en las huelgas como las de los trabajadores de los Docks de Londres
y los mineros de Westfalia la burguesía se muestra circunspecta, respeta el
derecho de los obreros y llega hasta a influir para que se de satisfacción a
sus reclamaciones, es porque sabe que de emplear la represión con tan
considerable número de huelguistas se originarían graves conflictos de carácter
social y sufrirían sus intereses quebranto enorme.
Si lleva hoy a los Parlamentos proposicones de carácter social
aparentemente favorables a los asalariados, hácelo tan solo impulsada por el
propósito de despertar en el pueblo obrero alguna esperanza de bienestar y por
suponer que de este modo contiene algo los progresos del socialismo
revolucionario.
Si declara en los mensajes a las Cámaras que los sufrimientos de los
trabajadores y el mejoramiento de su estado van a ser objeto de preferencia,
propónese con ello solamente disminuir el descontento de las masas obreras y
calmar su espíritu revolucionario.
En fin, todo cuanto la burguesía lleva a cabo, real o aparentemente, en
beneficio de los trabajadores, verifícalo a impulsos del miedo.
Si esto es así ... ¿qué
corresponde hacer a los trabajadores?... Pues la cosa es bien sencilla:
adquirir fuerza que ha de poner a la clase privilegiada en aquel caso, es
decir, que ha de obligarla, en el afán de prolongar su existencia, a dar
satisfacción a muchas de las reclamaciones obreras....
(Extractado de El Socialista,
número 203, 24-1890, pp. 1-2)
DIARIO PROGRESISTA