LUNES, 24 DE SEPTIEMBRE DE 2012 VÍCTOR ARROGANTE
En 1855, el gobierno
del general Espartero, sufrió la que podría nominarse como la primera huelga
general en España; y no podemos dejar de recordar la “Huelga General
Revolucionaria” de 1917, o la que se organizó con la Revolución de Asturias en
1934. Después de 1939, las tinieblas franquistas, hicieron imposible cualquier
tipo manifestación política, social o sindical y mucho menos huelgas generales.
Durante la llamada Transición, hubo algunos conflictos
sindicales sin mayor relieve, pues todo estaba centrado en el diseño del modelo
de convivencia democrática. No es hasta el 14-D en 1988, cuando se convocó la
primera huelga general de la democracia y contra un gobierno socialista. Se
convocó contra una reforma en el mercado laboral, que abarataba el despido e
instauraba unas condiciones de contratación para jóvenes, calificadas ya
entonces como contratos basura. El seguimiento fue masivo; y doloroso para
muchos socialistas que tuvimos que optar entre secundar al partido o al
sindicato. Significó la ruptura de las relaciones fraternales históricas entre
UGT y el PSOE.
El célebre decretazo
de José María Aznar en 2002, provocó la huelga general del 20-J. Una reforma
laboral que recuerda a la actual. Imponía un nuevo modelo de despido; obligaba
al desempleado a aceptar un empleo, hasta a 30 kilómetros de su residencia
habitual; permitía ofertar un puesto de trabajo diferente a la profesión del
desempleado y retiraba el subsidio a quienes rechazasen tres veces una oferta
del Inem. La huelga tuvo una lectura más política que social, y agudizó el
enfrentamiento entre el PP y el PSOE. Este decretazo fue declarado
inconstitucional por el Tribunal Constitucional en 2007, cuando Zapatero ya lo
había derogado en 2004. Otra Huelga General “Política” se convocó en 2003,
contra Aznar y la participación de España en la guerra de Irak.
José Luis Rodríguez
Zapatero vivió su propia huelga general contra una reforma laboral en 2010,
impuesta por las circunstancias de la crisis económica y las presiones que
desde Europa comenzaban a llegar. Esta huelga de escaso éxito, permitió a los
ciudadanos expresar su malestar por la deriva política del gobierno. Sólo dos
meses después de la huelga, con la pérdida de las elecciones catalanas, se
escenificó la caída en desgracia del PSOE y anticipó el descalabro socialista,
consumado el 20-N.
Cuando Mariano Rajoy
dijo en Bruselas, que la reforma laboral le iba a costar “una huelga general”
sabía lo que decía. El 29-M, apenas cuatro meses después del triunfo del PP en
las elecciones generales, Rajoy sufrió la huelga vaticinada por él mismo. Nunca
una huelga general estuvo tan bien motivada, contra una reforma que rompe el
sistema actual de relaciones; que convierte el despido en un recurso fácil,
rápido y barato; que elimina derechos adquiridos y pactados en los convenios
colectivos. En definitiva una reforma laboral que desregula, desvirtúa y
desmantela los fundamentos básicos del Derecho del Trabajo. Es una reforma
laboral contra el futuro, que aboca a un presente de paro y precariedad. Todo
parece que los sindicatos y los
movimientos sociales tendrán que convocar otra huelga general y si las
cosas siguen torciéndose hasta “revolucionaria” podría ser.
Porque ahora no solo se juega la reforma laboral. Rajoy y el
Partido Popular están implicados en el desmantelamiento del estado social y
desvirtuando la propia democracia; también el estado de derecho y el sistema de
justicia para todos queda tocado. Criminalizar las protestas y endurecer el
Código Penal son síntomas de estado totalitario. Desaparecen prestaciones y
servicios públicos; destruyen el sistema de salud, educación y protección
social. El PP no tiene la mayoría social, y un partido político, por mucha
mayoría absoluta parlamentaria que tenga, no está legitimado para echar a bajo
un modelo construido con el consenso político y social plasmado en la
Constitución.
Después de la masiva participación del pasado día 15 en
Madrid, están en marcha otras huelgas sectoriales, movilizaciones, mareas y
actos que culminarán, si Rajoy no lo remedia, en otra Huelga General. En
Euskadi y Navarra ya está convocada para el 26-S, y la CGT la convoca para el
31 de Octubre “porque el Gobierno, con su política de recortes y reformas, nos
está llevando a una auténtica situación de emergencia social, porque está
aplicando una política económica, neoliberal y antisocial que está al servicio
de los mercados financieros y los especuladores”. Antes, el 25-S, está la
convocatoria de la Coordinadora 25S y la Plataforma en Pie “Vamos a rodear el
Congreso de los Diputados”, que bien rodeado de vallas y policías lo tiene ya
la Delegación del Gobierno de Madrid.
La próxima Huelga General que se convoque en el ámbito del
Estado, por partidos, sindicatos y movimientos sociales, debe ser “política y
social”; superar la protesta contra la reforma laboral y defender el
establecimiento de un modelo social democrático y participativo, cuyos valores
representen la libertad, la justicia social y la igualdad. Los gobiernos caen
tras la celebración de elecciones o por la pérdida de confianza en el
Parlamento; también la movilización y la presión social pueden ayudar a ese
fin. Torres más altas han caído.
DIARIO PROGRESISTA