lunes, 3 de marzo de 2014

Antagonismo moral

LUNES, 3 DE MARZO DE 2014
PABLO IGLESIAS

Es indudable que el antagonismo que separa al obrero del patrono, que hace que ambos sean enemigos, es el que produce el choque de los intereses materiales, la relación económica en que está el uno respecto del otro.

Quien posee los medios de producción y de cambio tiene que conducirse necesariamente de distinto modo que se conduce quien está desposeído de ellos. El uno habrá de tener por norma de conducta a todas horas aquella que pueda llevarle a acrecentar su capital; el otro inspira todos sus actos en cuanto estima que ha de permitirle hacer frente a aquél y librarse un día de su yugo; el uno procederá como señor; el otro como esclavo, sumiso si es inconscientes, y rebelde si conoce las causas a que obedece su esclavitud.

Pero cuando ese antagonismo económico alcanza cierto grado; cuando la clase patronal llega a los últimos límites de la concurrencia, y la clase explotada, o una buena parte de ella, adquiere plena conciencia de sus intereses, al lado de aquel antagonismo, surge otro; surge el antagonismo moral.

El período de la fuerte concurrencia y del monopolio es para la clase patronal el período de la sofisticación, de la adulteración, del robo en el peso y en la medida, del empleo de materiales inferiores, de las quiebras fraudulentas, de los precios elevados, de la compra de los hombres políticos, de las grandes jugadas de bolsa, de los matrimonios de conveniencia, de las constantes inconsecuencias políticas, de las enormes dilapidaciones, de las tremendas caídas de esa clase.

El período del gran desarrollo industrial, de la mayor producción de riqueza, es para la clase obrera el período en que concentra sus dispersos o poco unidos miembros, en que se educa, se instruye, forma firmes caracteres, crea seres abnegados, engendra robustas voluntades, forja luchadores de temple y da tal elevación de pensamiento a muchos de los suyos, que no es dable poner en duda su triunfo sobre sus egoístas dominadores.

Arriba obsérvese que la solidaridad se relaja, la amistad flojea, el cariño se entibia, el valor decrece, en tanto que se ve aumentar la hipocresía, el cinismo, la venalidad, la codicia, la envidia y todas las malas pasiones.

¿Qué ocurre abajo, qué pasa en las filas del proletariado? Lo opuesto. Cede el vicio, disminuyen los odios y las rivalidades, el sentimiento de solidaridad se robustece aumenta el espíritu de compañerismo y de fraternidad y el desinterés y la abnegación ganan cada vez a mayor número de individuos.

Queda ciertamente aún bastante camino que recorrer a los desheredados para que se hallen en condiciones de alcanzar la victoria definitiva; pero esa superioridad moral que acusan sobre sus dominadores, esas cualidades positivas que llevan de ventaja a la clase que vive a su costa son prenda segura de que la victoria ha de ser de ellos.

Sigan elevándose moral e intelectualmente; continúen mostrándose cada vez más firmes, más honrados, más enérgicos, más resueltos a luchar con la inmensa podredumbre que engendra el régimen capitalista, y sus enemigos, orgullosos y déspotas hoy, no tendrán bríos para oponerles mañana una fuerte resistencia.
(El Socialista, 6-VII-1906)
DIARIO PROGRESISTA