LUNES, 18 DE NOVIEMBRE DE 2013
PABLO IGLESIAS
El principal argumento que antes manejaban contra el socialismo sus
enemigos era la imposibilidad de que sus principios se realizasen. Ahora, el
argumento que más emplean es que si el socialismo se planteara, la libertad de
todos los individuos quedaría anulada…
Pero el socialismo no es ni puede ser enemigo de la libertad del
individuo; antes, al contrario, es el principio campeón de ella.
En la actual sociedad, esto es, la sociedad capitalista, las nueve
décimas partes de los seres humanos están sometidos a la otra décima. Esta les
impone leyes, ésta les priva del alimento intelectual, ésta les dicta las
condiciones en que han de trabajar, ésta les cohíbe en todo lo que pretenden
hacer en pro de sus intereses, ésta, en fin, las liga y sujeta con toda clase
de trabas y restricciones.
Si tal es en el presente régimen la situación de la inmensa mayoría de
las personas, ¿cómo el socialismo, que quiere sustituir aquél por otro
equitativo, armónico y justo, puede ser la negación de la libertad y quitar a
dichas personas lo que hoy no tienen? ¿Cómo puede el socialismo, que lucha
porque cada individuo sea el dueño del fruto de su trabajo y por qué la
sociedad mantenga y cuide y ampliamente a todos los impedidos, representar la
tiranía y anula la libertad de nadie? …
¿Qué necesita todo individuo para ser libre, para proceder con entera
independencia y con arreglo a su juicio? Que ningún otro, valiéndose de la
fuerza directa o indirectamente, o sumiéndole en la ignorancia, le ponga en el
caso de realizar actos contra el deseo o contra sus intereses…
La falsa libertad del
capitalismo
Indudablemente, los que de buena fe suponen que el sistema socialista
acabará con la libertad, es porque toman por tal la libertad que hoy existe, la
libertad capitalista. Y en ese caso no se equivocan.
La libertad de que unos pocos puedan convertir a sus semejantes en
simples medios de producción, en instrumentos de riqueza, la suprimirá el
socialismo.
La libertad de que una clase improductiva explote, aherroje y merme
extraordinariamente los medios indispensables a la vida de los que con su
trabajo, manual o intelectual, crean todo lo útil, también la suprimirá…
Y suprimirá igualmente la libertad de embrutecer no dando la debida
instrucción, la libertad de envenenar adulterando todos los géneros
alimenticios, la libertad de asesinar no adoptando las medidas que reclaman
todo trabajo peligroso, la libertad de prostituir aprovechando las angustias de
la miseria, y otras muchas libertades que gozan actualmente los que dominan y oprimen
a la clase productora.
Todas esas libertades, o, mejor dicho, todos esos inicuos medios de que
se valen los privilegiados para someter y atormentar a los asalariados, los
hará desaparecer radicalmente el socialismo. Contra ellos va, y no cesará en su
campaña hasta que los haya vencido.
Por consiguiente, el triunfo del
socialismo, en vez de entrañar la muerte de la libertad, significará la vida de
ésta; vida plena, total, amplísima, porque sobre ser difícil que nadie atente
contra ella, faltará ambiente para que el atentado prospere.
Sí, el socialismo es la libertad, y a él deben
venir cuantos aborrecen la tiranía.
(Extractado de El Socialista, 12-IV-1895)
DIARIO PROGRESISTA