domingo, 26 de agosto de 2012

Los niños con los niños, las niñas con las niñas

SÁBADO, 25 DE AGOSTO DE 2012 JUAN ORTIZ
No es un trabalenguas, es una canción de los años 70. Una década de las más oscuras de la historia de España, antesala del aperturismo y búsqueda de libertad, protagonizada por la década de los 80, iconizada por la manoseada e intemporal movida madrileña.

En los 70 la segregación escolar era lo habitual, era lo normal, personalmente no asistí a un aula mixta hasta el COU, sobre 1.977 y fue una experiencia apasionante, sobre todo recuerdo que a mí y a la mayoría de los compañeros que veníamos del bachillerato, nos humanizó, el contacto con nuestras compañeras de COU, nos hizo mejores seres humanos.

En esta década y por supuesto en las anteriores vivimos amenazados por todo tipo de desastres tanto personales como globales, idas y venidas al infierno, procesos de corrupción permanente tanto física como moral, en general se desarrollaron toda suerte de torturas físicas (palizas a los alumnos), como torturas psicológicas, (la práctica onanista, era la destrucción física), algunos de mis compañeros no llegaban a entender, como no estaban ya, anclados a una silla de ruedas de por vida, con la espina dorsal desecha, más perjudicados que Frida Khalo, en el final de sus días, y con una ceguera más negra que la del maestro del pequeño saltamontes, excelente serie de la época llamada Kun Fu, protagonizada por el gran David Carradine.

El Tribunal Supremo (TS) dio la razón en dos sentencias a la Junta de Andalucía y al Gobierno de Cantabria que negaron el concierto a dos colegios en los que se imparte educación diferenciada por sexo.

Está claro, los colegios que no cumplan las normas, no tendrán derecho al concierto educativo, pero ya puestos también se deben revisar los conciertos en base a los incumplimientos relacionados con los cupos de niños inmigrantes o de grupos étnicos minoritarios, niños de integración, con necesidades especiales etc.

Lo más curioso es que los colegios que incumplen todas las normas en estos parámetros sociales, son los colegios religiosos de élite. Es fácil, que renuncien a las subvenciones y que hagan de su capa un sayo. Así pueden elegir a sus alumnos, altos, rubios, fuertes, pero que se lo paguen ellos.

Lo curioso es que los medios ultracentristas hacen una llamada a la libertad que tienen los padres para elegir el tipo de educación, claro que tienen toda la libertad del mundo y más, pero que se lo paguen ellos.
Pero el tema es mucho más profundo, se basa en dos áreas claramente diferenciadas: Una económica y otra doctrinal.

El ministerio de hacienda tendría que mirar las fundaciones que pertenecen a estos colegios de órdenes o sectas religiosas, dado que se produce un sistema de doble financiación: Cobran del Estado el concierto educativo y a los padres a través de sus Fundaciones.
Piensan que pueden recuperar vocaciones, ya que el número de sacerdotes y monjas está bajo mínimos, con esta estrategia, separando a los niños y a las niñas, la calidad educativa les importa una higa.
DIARIO PROGRESISTA