jueves, 10 de enero de 2013

Escándalo

JUEVES, 10 DE ENERO DE 2013 ANTONIO MIGUEL CARMONA Es un escándalo el silencio que se adueña de las tribunas y de los púlpitos, aquellos lugares que ignoran la corrupción, los propios tribunos que miran para otro lado y las noticias escandalosas de los hombres y mujeres públicos que, ni denuncian, ni combaten, la peste. Tan escandaloso como observar cómo los fondos para la formación de parados eran utilizados por los nacionalistas catalanes de Unió para financiar su partido mientras, Duran Lleida –uno de los políticos más relevantes que ha dado Huesca a la humanidad-, sigue sin dimitir. Es un escándalo, en este caso, que los servicios jurídicos de la Generalitat hayan aceptado un acuerdo para evitar que haya juicio y, probablemente, que salga a la luz mayor envilecimiento de la vida pública. Hay tantos escándalos que se suceden y se olvidan como si nunca pasaran. Atrás resuena aún aquella frase de Pasqual Maragall cuando señaló que “ustedes tienen un problema y se llama tres por ciento”. Porque ahora nadie se acuerda del caso Banca Catalana, o las pesquisas de la operación Pretoria que llevaron a Lluís Prenafeta y a Macià Alavedra al deshonor. O, más recientemente, el caso Palau y el presunto saqueo de Félix Millet. Porque es un escándalo que todavía no se haya aclarado el caso Gürtel, la fosa séptica que convirtieron las administraciones públicas madrileña y valenciana. O la financiación ilegal del Partido Popular a través de donaciones fuera de norma de conocidos y reputados empresarios a una inocente organización como Fundescamp. Como el escándalo relativo a que el PSOE tampoco haya quedado inmune a la perversión del cohecho y la prevaricación, en su día la financiación ilegal y la existencia en sus filas, también, de hombres y mujeres que difícilmente podrían llamarse socialistas. Qué escándalo más puede esperarse de un país que tiene 80.000 millones de euros de residentes en España en paraísos fiscales, que veintisiete de las treinta y cinco empresas del IBEX mantienen cuentas en naciones con legislaciones laxas, que el presidente de los empresarios hasta 2010 esté en la cárcel o que un miembro de la familia real esté a punto de pisarla. Es un escándalo, sobre todo, que no nos demos cuenta que sin limpiar la vida pública, sin regenerar las instituciones, nunca lograremos hacer de nuestro país una nación suficientemente grande como para ganar en prosperidad. Pero el mayor escándalo, entonces, es que no pase nada, que el recorrido informativo dure un suspiro, que la desmemoria invada nuestra ingrávida reflexión, que las tribunas se conviertan en cómplices y el silencio en colaborador necesario. DIARIO PROGRESISTA