sábado, 8 de septiembre de 2012

¿Por qué lo llaman rescate cuando en realidad es un secuestro?


SÁBADO, 8 DE SEPTIEMBRE DE 2012 ANTONIO MIGUEL CARMONA

A lo largo de los últimos decenios los españoles hemos financiado nuestro crecimiento con préstamos del exterior que ahora hay que devolver. Empresas, familias y administraciones han gastado más que ingresado, diferencia que ha sido cubierta más allá de nuestras fronteras.

Tras las erradas reformas financieras del Consejo de Ministros -tres durante 2012-, la salida de depósitos y la fuga de capitales han dejado a España sin la liquidez suficiente para afrontar los enormes vencimientos que se nos vienen encima en octubre de 2012.

Podemos acudir entonces al Eurogrupo quien decidirá financiarnos a cambio de toda una serie de condiciones que garanticen que no gastaremos más que lo que ingresemos con objeto de que esa diferencia sirva para devolver el empréstito. Si nos comprometemos a ello el Banco Central Europeo generosamente comprará nuestros bonos.

Pero gastar menos que lo que ingresamos exige un recorte de gastos y un aumento de ingresos que puede ser insufrible para la nación o, simplemente, imposible. Podría llevarnos a reducir los gastos en educación, sanidad y servicios sociales, también en políticas activas de empleo y en protección de los parados, y, previsiblemente, establecer un endurecimiento de las condiciones para la jubilación.

Según un informe del Banco Mundial de 2002 un rescate financiero suele suponer un coste para el país deudor de aproximadamente el 13% de su PIB. Además, reducir los gastos en educación, innovación o actividad, hipotecará nuestro futuro y no podremos crecer siquiera para devolver el préstamo del rescate en condiciones que nos garanticen al menos una salida digna.

Los acreedores cobrarán de este prestatario arruinado al que se le exige, euro a euro, ahorrar para devolver el rescate, sin capacidad para poder invertir en sí mismo, sin futuro. El rescate estará entonces condicionado a una fuerte reducción de gastos, ahorro destinado a la devolución del empréstito, tal como vigilarán meticulosamente los hombres de negro.

Ése es el paradigma que impone Merkel como prestamista y defiende el propio Rajoy convencido de que la austeridad, aún llevada a niveles de miseria, devolverá la confianza a la economía española.

El rescate condicionado salvará los vencimientos a corto plazo, protegerá a medio plazo los intereses de los prestamistas, pero, sin embargo, hipotecará a largo plazo el futuro de generaciones enteras.

Por todo ello, dada la escasa altura política de los dirigentes europeos y la postura interesada de una política económica al servicio de las instituciones financieras, no podemos entender por qué lo llaman rescate cuando en realidad es un simple y sencillo secuestro.

DIARIO PROGRESISTA