LUNES, 9 DE SEPTIEMBRE DE 2013
PABLO IGLESIAS
Mientras al dinero se le deja en
paz, mientras los jueces le respetan, la Guardia Civil le defiende y los
Gobiernos le protegen, la prensa burguesa demanda con gran urgencia toda clase
de medidas de represión para los que, empujados por la desesperación y el
hambre, atentan en Andalucía y en otras partes contra la propiedad del Estado o
contra la de aquéllos que la han adquirido sin experimentar fatiga alguna.
Lo que sí vamos a demostrar es que siendo lo que pudiéramos llamar el
bandolerismo proletario consecuencia forzosa del bandolerismo capitalista, en
tanto éste no desaparezca, vivirá aquél, resultando, pro consiguiente, torpe la
campaña de la Prensa al pretender que semejante mal desaparezca haciendo uso de
los fusiles o dando con los delincuentes en presidio.
¿Cuál es la causa eficiente, el motivo verdadero de que los
menesterosos, ya sean del campo o de las ciudades, apelen al robo con o sin
violencia? La miseria, engendradora igualmente de otras muchas plagas sociales.
¿Y quién es hoy el principal
causante de la miseria? El bandolerismo capitalista.
¿Qué hacen las compañías ferroviarias para aumentar las ganancias o
beneficios de los accionistas? Reducir todo lo posible sus gastos de material y
personal. Estaciones que debieran constituirse, no se hacen; coches, máquinas y
vías que debieran renovarse, no se renuevan; y servicios donde debieran
emplearse dos o tres hombres, solamente tienen uno. La consecuencia precisa de
todo esto es la ocupación de un número relativamente corto de trabajadores.
Viniendo ahora a los grandes propietarios de la tierra, ¿quién ignora
la inicua explotación que ejercen con sus obreros y los mezquinos salarios con
que remuneran su penoso cuanto productivo trabajo? En las épocas de la labora,
y prevaliéndose de la abundancia de brazos, los alquilan por una cantidad insignificante,
haciéndolos trabajar más que a bestias; en cuanto aquéllas cesan, su despido es
inmediato. En esas temporadas, los unos, los ricos propietarios, aumentan su
riqueza considerablemente con el trabajo ajeno; los otros, los pobres
productores, malcomen mientras con su sudor y sus esfuerzos amasan una fortuna
a sus explotadores.
Por consiguiente, si el bandolerismo capitalista o la explotación
patronal coloca al proletariado en una situación cada vez más miserable, ya por
los cortos salarios que da a los que trabajan, ya por disminuir ciertas obras
necesarias, o porque a medida que se desarrolla suple la labor manual con la
labor mecánica, ¿quién amamanta y da vida al bandolerismo proletario? El y sólo
él. Que los obreros, al poner en función sus energías ganaran para satisfacer
sus necesidades y las de sus familias, y ninguno de ellos pensaría en apelar a
procedimientos punibles.
Es, pues, absurdo pretender curar dicha plaga por medio de las armas y
de los presidios; tan absurdo como querer extirpar la prostitución con simples
lecciones de moral.
Limitando en parte la explotación obrera mediante la fijación de una
jornada máxima de trabajo y de un salario mínimo, reglamentando el trabajo de
la mujer y del niño y adoptando algunas otras medidas, podrá lograrse que el
bandolerismo capitalista, que el robo legal del producto del trabajo pierda
algo de su poder, y, por lo mismo, que el mal por él engendrado no sea tan
fuerte.
Mas la cura total, el que el
hambriento desesperado no apele a malos medios para acallar su necesidad y la
de sus hijos, esa nos será un hecho hasta que el bandolerismo capitalista
perezca, o lo que es igual, hasta que el Socialismo revolucionario concluya con
el presente orden social y garantice a todos, con la implantación del colectivismo,
el producto íntegro de su trabajo.
Publicado en El Socialista, el 16 de febrero de 1894
DIARIO PROGRESISTA