LUNES, 16 DE SEPTIEMBRE DE 2013
VÍCTOR ARROGANTE
Cuán lejos estamos del Estado
laico. El gobierno se aparta de la Constitución española, entre otros
preceptos, del que declara que «Ninguna confesión tendrá carácter estatal». De
todas formas es comprensible, que un gobierno que procede y profesa el
nacionalcatolicismo, arrime el ascua a su sardina y como de hacer cumplir la
ley es la cuestión, pues hace la ley a su imagen conservadora y semejanza
ideológica, para que se cumpla, incumpliendo la mayor, que aun diciendo
defender, desprecian.
La asignatura de religión, lejos
de retirarse, vuelve a tener plena validez y contará en el expediente académico
—incluso a la hora de pedir una beca—. La Ley Orgánica para la Mejora de la
Calidad Educativa (LOMCE) o ley Wert, establece una materia alternativa que se
llama «Valores Culturales y Sociales» en primaria y «Valores Éticos» en
secundaria; sustituyendo a la desaparecida «Educación para la ciudadanía».
Todos ellos contentos, junto con la jerarquía eclesiástica católica, que
rezando, ordena y manda.
En contraste con la situación
española, en Francia, a partir de este mes de septiembre, los colegios, además
del lema de la República francesa —«Libertad, igualdad, fraternidad»—, deberán
colgar en lugar bien visible la «Carta del Laicismo». «Sólo tratamos de
explicar lo que pone en el artículo primero de nuestra Constitución, donde se
indica que la República es indivisible, democrática, social y laica», ha
declarado el ministro de Educación, Vincent Peillon.
Recordemos que de acuerdo con la Ley Orgánica de Educación, en el año
2006, el Parlamento español, aprobó el Real Decreto Ley 1631, por el que fue
aprobada la asignatura «Educación para la Ciudadanía». Esta norma venía a dar
cumplimiento a la Recomendación (2002)12 del Comité de Ministros a los Estados
miembros, del Consejo de Europa: «La educación para la ciudadanía democrática
es esencial para promover una sociedad libre, tolerante y justa, además de
contribuir a la defensa de los valores y los principios de libertad,
pluralismo, derechos humanos y Estado de Derecho, que constituyen los
fundamentos de la democracia». Es lo más cerca que hemos estado del laicismo en
la educación, hasta que llegó el ministro Wert.
El objetivo de «La Carta de la laicidad en la Escuela», es reforzar la
enseñanza del laicismo y la promoción de la igualdad, la libertad y la
fraternidad entre el alumnado. En sus primeros preceptos declara que «Francia
es una República indivisible, laica, democrática y social; y asegura la
igualdad ante la ley de todos los ciudadanos, en el conjunto de su territorio,
respetando todas las creencias» (1), y que «La República laica organiza la
separación de las religiones y del Estado, que no tiene religión. El Estado es
neutro con respecto a las convicciones religiosas o espirituales» (2).
Estos son algunos de sus quince
puntos: (3) La laicidad garantiza la libertad de conciencia a todos, siendo
cada uno libre de creer o de no creer; permitiendo la libre expresión de sus
convicciones, dentro del respeto de las de los demás y dentro de los límites
del orden público. (4) La laicidad permite el ejercicio de la ciudadanía,
conciliando la libertad de cada uno con la igualdad y la fraternidad de todos,
con la preocupación del interés general. (6) La laicidad de la Escuela ofrece a
los alumnos las condiciones para forjar su personalidad, ejercer su libre
albedrío y hacer el aprendizaje de la ciudadanía. (7) La laicidad asegura a los
alumnos el acceso a una cultura común y compartida. (9) La laicidad implica el
rechazo de todas las violencias y de todas las discriminaciones, garantiza la
igualdad entre las chicas y los chicos y se fundamenta sobre una cultura del
respeto y de la comprensión del otro.
Con todas las matizaciones, incorporaciones y enmiendas, según las
diferencias sociales y culturales, tenemos que igualarnos a lo que ahora hacen
en Francia. Un estado democrático y laico —como el diseñado en la Constitución
española—, debe proteger con neutralidad y pluralismo las libertades del
individuo. «Laicismo y Democracia son principios indisociables, ya que laicismo
significa defensa del pluralismo ideológico en pie de igualdad, como regla
fundamental del Estado de Derecho, y el establecimiento de un marco jurídico
adecuado y efectivo que lo garantice y lo proteja frente a toda interferencia
de instituciones religiosas o de otra naturaleza filosófica o ideológica», dice
Francisco Delgado, Presidente de la Asociación Europa Laica.
Propugno un Estado federal,
republicano y laico; y para desarrollar el último precepto, tenemos que empezar
por exigir: la derogación de los Acuerdos con la Santa Sede; que la religión
deje de formar parte del currículo y del horario lectivo, saliendo de la
Escuela; que ninguna simbología religiosa tenga presencia institucional en los
centros escolares; que con dinero público no se financie el adoctrinamiento
religioso en ningún centro escolar o que segregue por razón de sexo o por otra
naturaleza ideológica o social; así como la retirada de la LOMCE.
@caval100
DIARIO PROGRESISTA