17 de diciembre de 2012
Puse las patatas peladas y
cortadas en daditos en una sartén con aceite, un ajito y debidamente sazonadas.
Prendí fuego a la hornilla y empezaron a freírse que daba gusto. La famosa y
socorrida “papa frita” que tanto hambre ha paliado y lo sigue haciendo, es un
magnífico tubérculo que se cría de la planta herbácea que pertenece a la
familia de las solanáceas y es originaria, según los botánicos de América.
Pero ahora es cultivada en el
mundo entero, debido a las hambrunas que
de nuevo azotan al planeta Tierra, por lo cual se ha hecho
internacionalista y es consumida en grandes cantidades por la
clase obrera más empobrecida. Consta de ramas de tallos de varios centímetros de
altura, con hojas desiguales y partidas y produce unas flores moradas o blancas,
con corimbos terminales, cuyas flores sirven para poco porque en realidad se
reproducen a base de la siembra del
propio tubérculo, cortado por sus yemas o en variedad de menudas.
Pero vamos al grano, es decir al
fruto que son unos tubérculos redondeados, feculentos, carnosos y de color
marrón por fuera y blancos, rojizos o amarillentos por dentro, siendo uno de
los alimentos más utilizados en tiempos de las terribles hambrunas que vuelven
de nuevo a aparecer por las cocinas de los más pobres, siendo por tanto este
alimento muy agradecido por la ciudadanía en precario.
En mi pueblo existe un dicho de
“no me seas papafrita”, que no se si estará muy extendido por otros pueblos, pero
da a entender cuando se dice de alguna persona que es “poco hábil” o más bien
“despistado” o “poco diligente”, o que es “tonto de remate”, lo que da a entender que estas frituras deben
tomarse recién fritas porque frías y lacias
ya no es lo mismo, refritas tampoco,
y si son ya calcinadas, ni te cuento.
Es igual poco más o menos lo que
me ocurrió, pues con esta afición que le
tengo a aprovechar para estudiar o utilizar las nuevas tecnologías, con tanto
Facebook, Tuenti, Twitter,
Móvil, Ipad y demás entretenimientos, se me fue “el santo al cielo” y
las patatas que se estaban friendo terminaron carbonizadas y entonces me acordé
de las leyes de la dialéctica, de cuando
era estudiante, porque en vez de patatas, éstas volvieron a su estado primitivo
de carbono.
La naturaleza funciona
dialécticamente aunque algunos lo nieguen
porque desconocen sus propias leyes, tanto de la cantidad que se
transforma en calidad y viceversa, o la
ley de unidad y lucha de contrarios, o la Ley de la negación de la negación y
algunas otras más que no recuerdo ahora, por lo que si queremos entender uno de
sus procesos fundamentales, es completamente necesario comprender la relación
precisa entre estas cuestiones que demuestran cómo alcanzado un punto crítico,
lo que habría podido ser un exquisito plato, junto a un buen huevo frito de
corral, sus ajitos y sus festoncitos,
todo debidamente sazonado, se había convertido en su contrario, en puro
carbón por efecto del exceso de exposición al fuego.
Este es uno de los conceptos más
básicos del pensamiento dialéctico, en contraposición al razonamiento meramente
formal de la metafísica. Ahora empiezo a comprender y valorar la visión
profunda que proporciona este método de análisis, que ha sido y sigue siendo
muy criticado por los místicos, como le ocurrió a una ministra que todos
recordamos, que quiere solucionar la crisis “rezándole” a la Virgen del Rocío.
Esa gran experta no entiende que
las moléculas, los átomos y las partículas subatómicas, como explica la física y la química, así como
las masas trabajadoras y el capitalismo, como muestra la economía y las ciencia
sociales, están siempre en movimiento, cambiando de un lugar a otro en un
proceso perpetuo de transformación, contradicción y acción.
Es por tanto la dialéctica una
interpretación esencialmente dinámica de los fenómenos y procesos de toda la
materia en el universo, tanto la orgánica como la inorgánica, tanto en los campos de la física, como en la economía,
en la política, en la cultura y en las luchas sociales, tanto con los huevos
fritos y las patatas como en las cosas que se cocinan en las alturas de los
Gobiernos.
En verdad soy una auténtica
“papafrita” a la que se le quemaron las papas que teníamos para comer, pero
estoy contenta porque, incluso comparándome,
también existen muchas más “papafritas” incluso en el gobierno. Pero atención que a algunos de esos
gobernantes que mantienen al pueblo “más que frito” con sus políticas de
impuestos abusivos, recortes, ataques y contra-reformas constantes, puede que
les esté operando la dialéctica y se lleven una soberana sorpresa el día que
comprueben, si mantienen el “fuego de la injusticia” permanentemente encendido,
que acabarán achicharrándose comprometiendo sus suculentos sueldos y prebendas,
pues el pueblo que también está más que
“frito” podría saltar de la sartén exigiendo democráticamente que “se cambie la tortilla”, o lo que pudiese
ser peor para ellos, que le prenda fuego a la cocina con los cocineros
dentro. Que disfrute cada cual el menú
que esté cocinando. Buen provecho.
Érika Arce Ruipérez.
Alhaurín el Grande (Málaga).-