MIÉRCOLES, 19 DE DICIEMBRE DE 2012 FLORENTINO ROGERO
"Hemos
presenciado apenas una muestra de lo que se repetirá otras muchas veces. Y no
siempre seremos espectadores. Hemos de acostumbrarnos a ver lo que sufren los
otros para que nos enteremos de lo que nosotros sufriremos más tarde.
Un sinfín de falsos
resortes nos mueven, como si fuésemos títeres o marionetas que caen o se
aguantan según la voluntad o el tino de los que nos manejan” Prous i Vila, Josep María. Cuatro gotas de
sangre.
En la anterior entrega de este
artículo se analizaban los dos primeros ejes de la estrategia neoliberal para
minimizar el Estado, se aborda en esta la tercera:
1º.- Hundir la capacidad de
recaudación del Estado, profundizando la regresividad e insuficiencia del
sistema fiscal, mientras en paralelo, por el lado del gasto, se mantienen o
ensanchan los privilegios seculares de las élites, lo que inevitablemente, ha
ahogado la capacidad financiera del Estado.
2º.- Propiciar el endeudamiento masivo de las Administraciones
Públicas, así como propiciar la corrupción masiva, no puntual o coyuntural, que
puede resultar inevitable en cualquier sociedad u organización política o
humana, sino estructural, sobran los ejemplos.
3º El secuestro del Keynesianismo en la Zona Euro. De acuerdo con el
profesor Boaventura de Sousa “para el neoliberalismo era muy difícil entrar en
Europa vía los Estados; lo que hizo fue entrar vía las instituciones europeas.
Al principio no se notó pero si ahora vemos la constitución del Banco Central
Europeo, se constata que realmente había un proyecto neoliberal muy claro”.
La pérdida de la soberanía monetaria derivada del art 123 Tratado de
Lisboa, unida a la orientación política que ha venido siguiendo desde el
comienzo de la crisis el BCE, que no son sino la consecuencia de su control
ideológico por el ordo-liberalismo alemán y la derecha ultra-liberal europea y
española y han supuesto en la practica el secuestro y quizás el asesinato del
Keynesianismo en la zona euro.
Así de acuerdo con lo que se establece en el apartado 1º del art 123
del tratado de Lisboa 1. “Queda prohibida la autorización de descubiertos o la
concesión de cualquier otro tipo de créditos por el Banco Central Europeo y por
los bancos centrales de los Estados miembros, denominados en lo sucesivo
«bancos centrales nacionales», en favor de instituciones, órganos u organismos
de la Unión, Gobiernos centrales, autoridades regionales o locales u otras
autoridades públicas, organismos de Derecho público o empresas públicas de los
Estados miembros, así como la adquisición directa a los mismos de instrumentos
de deuda por el Banco Central Europeo o los bancos centrales nacionales”.
Mientras en Estados Unidos, Reino Unido o Japón, cuentan con un Banco
Central que actúa como prestamista de última instancia, tanto de sus bancos
como del tesoro nacional, el apartado 1 del art.123, antes citado, prohíbe la
actuación del BCE como prestamista de última instancia en la zona euro.
Los bancos centrales de estos países poseen la capacidad, negada en la
práctica al BCE, de realizar una política monetaria de corte Keynesiano,
inyectando dinero de nueva creación con la finalidad de sostener la demanda
agregada y combatir la recesión y el desempleo, capacidad de la que han hecho
uso durante esta crisis, mediante las “quantitative easing” en terminología
anglosajona duramente criticadas tanto desde la derecha ultraliberal como desde
los medios de comunicación afines a ella, con el argumento de que presionan a
la baja los tipos de interés que percibe el ahorro, el capital.
Esta crítica fue rebatida de forma tan didáctica como contundente por
Ben Bernanke tras la última de las inyecciones de liquidez de la Reserva
Federal norteamericana, señalando que también son bajos, los tipos de interés
que están recibiendo los ciudadanos que poseen otros activos, tales como casas
y negocios grandes o pequeños, subrayando que no son sostenibles retornos de
inversión elevados en una economía débil. Como señaló Bernanke, es difícil
disponer de ahorros para la jubilación u otros objetivos sin los ingresos de un
empleo, subrayando que mientras que los
bajos tipos de interés imponen algunos costes al gran capital, son más los
ciudadanos que en última instancia se benefician de una economía sana y en
crecimiento, que los que se ven perjudicados por los bajos tipos de interés que
ayudan a promover dicha recuperación.
Estas reflexiones de Bernanke son ciencia ficción en una zona euro cuyo
BCE está bajo el control político de la derecha ultraliberal europea y el lobby
bancario desde el momento de su creación; así, mientras los objetivos básicos
de la política monetaria encomendados a la Reserva Federal de los Estados
Unidos son alcanzar el máximo empleo, la estabilidad de precios (incluida la
prevención de la inflación y la deflación) y la moderación a largo plazo los
tipos de interés, el objetivo básico del BCE es mantener la estabilidad de
precios en la UE.
Como señala Manuel Gari, las condiciones bajo las cuales se puso en
marcha la zona euro son, “un buen ejemplo de arbitraria determinación de reglas
para favorecer a los intereses del gran capital” y es necesario reconocer que
faltó valentía en los socialistas europeos a la hora de corregir el diseño
ultraliberal del euro. Sin embargo, cabe recordar que España accedió a la Unión
Monetaria, el 1 de enero de 1999, bajo el primer gobierno de José María Aznar,
siendo ministro de economía y hacienda Rodrigo Rato.
Quizás la socialdemocracia
europea confió en exceso en las posibilidades de intervención que el artículo
18 del Protocolo nº 4 sobre los Estatutos del Sistema Europeo de Bancos
Centrales y del Banco Central Europeo ofrece, al permitirle la compra de deuda
soberana y privada en el mercado secundario, lo que de haberse producido en la
cuantía que esta crisis exigía, hubiera impedido o reducido considerablemente
la escalada de la prima de riesgo y con ello la sangría de los costes
financieros de la Deuda Pública, con los que desde las posiciones
ultraliberales se presiona ahora a la baja sobre nuestros derechos a la salud,
a la educación, a la justicia, con el argumento de “no hay dinero”.
Sin embargo el control ideológico que desde el Bundesbank se ha
ejercido sobre el BCE, ha convertido en ineficaz el uso de esta herramienta.
Baste señalar las presiones ejercidas mediante la dimisión de Axell Weber
(Presidente del Bundesbank) y Jürgen Stark (Consejero permanente) tras la
primera y segunda compras de bonos de estados miembros en el mercado secundario
realizadas por el BCE y más recientemente las amenazas públicas de dimisión de
Jens Weidmann (Presidente del Bundesbank). El control ejercido sobre el BCE por
la derecha alemana con la colaboración de la derecha europea, ha sido asimismo
motivo de regocijo para los ultraliberales españoles, que han visto en ello el
cerrojo definitivo de la estrategia de acoso a nuestro insuficiente estado del
bienestar.
Como señaló Warren Buffett, uno de los hombres más ricos de EEUU,
“existe una guerra de clases, de acuerdo, pero es mi clase, la clase de los
ricos, la que está librando esa guerra, y la estamos ganando”. Lo que pone
claramente de manifiesto la situación actual y la estrategia política de la
derecha, es que esa guerra no tiene por objetivo a las capas sociales
desposeídas, sino que tiene como autentico objetivo a las capas medias de la
sociedad, aquellas a las que pide su voto. Poner al Estado de rodillas, con tu
voto, para ponerte a ti de rodillas. ¡Qué paradoja!.
DIARIO PROGRESISTA