Domingo, 27 de Enero de 2013 10:08
JR/FM
El sábado 4 de julio de 2009, el senador por
Cantabria Luis Bárcenas, tesorero nacional del PP, inicia su particular huida
hacia delante ante un futuro cargado de incertidumbres. Está a un paso de ser
imputado en el Tribunal Supremo por supuesto delito fiscal y cohecho en
relación con el caso Gürtel,una trama de corrupción masiva vinculada a la
formación conservadora.Ese sábado de julio, Bárcenas entra en la sede vacía del
PP, sube a su despacho, recoge nueve cajas de documentación y se las lleva a su
casa, situada a escasos diez minutos en coche de Génova 13.
Está muy preocupado. Las
sospechas de corrupción le persiguen desde que hace cinco meses el juez
Baltasar Garzón desarticulase una extensa trama de corrupción ligada a
administraciones gobernadas por el PP. Gerente del partido durante 18 años y
tesorero nacional desde julio de 2008 por decisión de Mariano Rajoy, Bárcenas
teme el desenlace de la causa abierta en el Supremo y prepara las armas para su
defensa.
Aquel mes de julio de 2009, cinco
meses después de que estallara el caso Gürtel, la investigación judicial ya
acumulaba numerosos indicios de corrupción contra dos decenas de altos cargos
del PP (alcaldes, concejales, diputados y consejeros autonómicos
principalmente). Muchos de ellos dejan sus puestos bien remunerados ante las
evidencias de corrupción que han salido a la luz; otros, que se resisten a
dimitir, acaban renunciando forzados por la dirección del partido.
Pero Bárcenas aguanta pese a ser
la persona que, según la policía y la Fiscalía, se oculta en la contabilidad de
la trama corrupta bajo las siglas “L. B.”, “L. B. G.” o la denominación “Luis
el cabrón”. El tesorero habría recibido cientos de miles de euros en comisiones
ilegales a cambio de supuestos favores.
Pese a este apoyo del jefe, el tesorero,
guardián de los secretos de 20 años de historia del PP, está molesto con la
dirección de su partido y se lo cuenta a los compañeros con los que tiene más
confianza: “Me tratan mucho peor que a [FRANCISCO] Camps, [presidente de la
Comunidad Valenciana imputado en la causa] y debería ser al revés, porque yo
manejo una información delicada que Camps nunca tendrá y he cubierto las
espaldas a mucha gente en estos años”.
La frase, que recuerdan algunos
dirigentes consultados por este periódico, envuelve una amenaza. Las nueve
cajas con documentación que ha sacado con sigilo de Génova 13 guardan las
claves de esa amenaza.
El 23 de julio de 2009, Bárcenas
entra a declarar en el Supremo, dos meses después de que lo hiciera Camps ante
el Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana. A Camps le
acompañaron numerosos dirigentes del PP para pasar el mal trago; a Luis
Bárcenas le acompaña solo su sombra. Se siente solo, otra vez.
Unos días después de la
declaración en el Supremo, Bárcenas deja su cargo de tesorero y se va de
vacaciones. La ruptura con el partido en el que ha trabajado sus últimos 20
años acaba de comenzar.
Pasan ocho meses hasta que
Bárcenas pide, en abril de 2010, la baja temporal de militancia en el PP y deja
su escaño en el Senado. Cuenta que ahora ya puede dedicarse en exclusiva a su
defensa. Antes, el partido le pagaba la minuta de su abogado, el prestigioso
Miguel Bajo. Ahora también debe asumir ese gasto. Ha pasado de cobrar 200.000
euros al año a quedarse sin sueldo fijo, pendiente de sus negocios.
La investigación judicial sigue
su curso y descubre nuevos indicios contra el extesorero popular: un crédito
sospechoso para comprar obras de arte que él atribuye a un préstamo que hace a
su amigo Rosendo Naseiro; notas en la documentación incautada a la trama
corrupta que le involucran en delitos de blanqueo de capitales y una carga más
que le obsesiona: su mujer, sin ingresos conocidos, está imputada por ingresar
500.000 euros en billetes de 500 euros en una sucursal bancaria en el año 2006.
Acorralado por las pruebas, el
extesorero intenta escapar; sigue disponiendo de secretaria y coche, que pone
el PP a su disposición pese a que ya no milita en el partido. Entra y sale de
Génova 13 como si mantuviera el mismo poder de antaño. Maneja documentos que
guarda en la sala Andalucía, un espacio que el partido ha puesto a su
disposición en exclusiva.
Son tiempos de tensión y nervios
para Bárcenas, quien muestra a sus amigos documentación que acredita prácticas
poco éticas de dirigentes del PP, que utilizan supuestamente el partido para
lucrarse con sus negocios privados; enseña algunos papeles para probar que
organizaciones de su propio partido de distintos territorios utilizan de manera
indebida el dinero que reciben de donaciones de empresarios muy conocidos.
El PP es un partido afortunado,
recauda diez veces más donaciones que el PSOE, incluso en los tiempos en que
los socialistas están en el Gobierno. Y sobre todas esas operaciones tiene un
control absoluto Bárcenas, que es la memoria viva de las finanzas del PP y
ahora ha decidido recordar que, en esos años, algunas cuentas no estuvieron del
todo claras.
Por aquellas fechas, el Tribunal
Superior de Justicia de Madrid investiga una práctica ilegal: el PP de Madrid
tiene una fundación para estudios que recibe donaciones anónimas de muchos
empresarios conocidos, entre ellos el expresidente de la CEOE, Gerardo Díaz
Ferrán. Esas donaciones acabarán pagando actos electorales de Esperanza Aguirre
organizados por la trama Gürtel, que ha recogido en su contabilidad todas las
incidencias.
Los documentos que obran en la
causa judicial acreditan esa supuesta financiación ilegal; Bárcenas también
tiene esos papeles y lo sabe. Pero la fiscalía considera prescritos los
delitos, cometidos supuestamente en 2003, y no avanza en la investigación.
Y una causa mayor abierta en la
Comunidad Valenciana por financiación ilegal, en la que están imputados los
jefes de la red Gürtel, parte de la cúpula del PP en esa autonomía y
empresarios que pagaron grandes cantidades. En ese litigio, los valencianos
intentan involucrar a Bárcenas y este se queja amargamente de que le involucren
en maniobras ilegales que no le corresponden.
Hay fotocopias que circulan por
el partido de decenas de cheques al portador firmados por un gran empresario
por cantidades inferiores a 3.000 euros, que alguna organización territorial
del PP ingresó en sus cuentas, sin declarar como donación al Tribunal de
Cuentas porque no superaba las cantidades previstas legalmente.
Son meses en los que el
extesorero, según dirigentes consultados por este periódico, cuenta también a
algunos de sus compañeros cómo una parte del dinero que recibían de donaciones
anónimas se empleaba en pagar sobresueldos opacos a los principales cargos del
partido sin que tributaran por esos ingresos a Hacienda al considerarlos gastos
de representación.
La investigación judicial avanza lentamente en
2011 y el caso Gürtel ya no monopoliza las portadas de los periódicos ni las
noticias en televisión. La corrupción no parece restar votos al PP, que se
impone por amplio margen en las encuestas mientras se desangra el PSOE a la
misma velocidad que aumenta el número de parados en España. El presidente José
Luis Rodríguez Zapatero convoca elecciones anticipadas para noviembre.
En aquellos meses, el caso
Bárcenas entra en una nueva dimensión. El juez que instruye la causa en el
Tribunal Superior de Justicia de Madrid resuelve, en una de sus últimas
decisiones antes de que el caso regrese a la Audiencia Nacional, que los
indicios contra Bárcenas no son suficientes y decreta el archivo, pese a que
aún no ha recibido el resultado de las investigaciones abiertas en países
extranjeros, entre ellos Suiza, para determinar si el extesorero oculta fondos
en paraísos fiscales.
En septiembre de 2011, Bárcenas
respira aliviado por primera vez en 30 meses, e imagina un horizonte despejado
porque, con su causa archivada, el PP va a recuperar el Gobierno de la
nación.La Fiscalía Anticorrupción y la Abogacía del Estado han recurrido el
auto de archivo del juez del Tribunal Superior de Justicia de Madrid. La
Audiencia Nacional les da la razón y Bárcenas regresa a su pesadilla.
El juez Pablo Ruz activa las
comisiones rogatorias a Suiza, interroga a Bárcenas sobre una compraventa de
cuadros sospechosa, y mantiene viva la investigación. El tesorero se defiende
como puede y, pese a que el magistrado intenta interrumpirle en varias
ocasiones, Bárcenas coloca su lamento: se siente perseguido por la fiscalía,
por la policía y por la Abogacía del Estado.
En los últimos días de diciembre,
Bárcenas ya sabe que la comisión rogatoria ha dado resultado positivo: le han
encontrado una cuenta en Suiza a nombre de una sociedad panameña, donde ha
llegado a acumular hasta 22 millones de euros.La amenaza guardada en nueve
cajas que sacó hace casi cuatro años de su despacho en la sede del PP empieza a
aflorar. El Mundo da cuenta del supuesto pago de sobresueldos opacos a los
ejecutivos del PP, pero exculpa a Rajoy y Cospedal del cobro de los mismos.
Esta bomba nunca quiso activarla
Bárcenas, según varios dirigentes del PP, porque sabía que también dañaría a
los escasos cargos relevantes que aún le apoyan en el partido. El extesorero no
podía revelar cómo cobraron los cuadros del partido desleales a su persona sin
implicar a los altos cargos que aún le son afines en su calvario. Hasta no hace
mucho, Bárcenas declaraba su lealtad y confianza hacia Rajoy. No así hacia la
secretaria general, Dolores de Cospedal, a la que involucra en su caída en
desgracia y posterior expulsión del partido. El odio es mutuo.
El entorno de Bárcenas acusa a
Cospedal de administrar la información de los sobresueldos opacos. Y añade con
sorna: “Cospedal le ha hecho un gran favor a Bárcenas”. Porque se ha liberado
un gran secreto que él no podía destapar sin comprometer a sus amigos y
mentores en las filas del partido. El entorno de Cospedal niega esa teoría y
asegura que Mariano Rajoy conoce perfectamente quién ha filtrado esos trapos
sucios.
Quienes quieren situar a Bárcenas
como origen de esta denuncia grave de irregularidades en el partido que
gobierna España saben que, como todo tesorero, acumula más informaciones
delicadas, suficientes como para salpicar a la institución entera.
Durante dos décadas, primero como
gerente y luego como tesorero, Bárcenas ha sido testigo principal de cómo se
financiaba el partido. Las cuentas del PP pueden estar perfectamente limpias
ante el Tribunal de Cuentas, que lleva un retraso de cinco años en las
auditorias a las formaciones políticas, pero Bárcenas conoce la intrahistoria
de algunas donaciones que, según fuentes próximas al tesorero, nunca figuraron
en la contabilidad oficial.
El exdirigente del PP puede
recuperar la memoria y revelar quiénes financiaron determinadas campañas
electorales o identificar donaciones al PP que no acabaron en ninguna cuenta
del partido, ni en su tesorería central ni en la de las autonómicas. Hay constancia
documental de todas estas prácticas, según fuentes próximas al extesorero.
Bárcenas, hasta la fecha, ha
callado porque no da por rotas sus relaciones con el partido. Le cuesta
convertirse en un arrepentido que destroce a la organización en la que ha
trabajado toda su vida. Pero como amo de las finanzas del PP, también conoce las
interioridades financieras de otras organizaciones territoriales poco afines a
la actual dirección nacional.
Quienes le frecuentan señalan,
frente a la tesis oficial de que fue amigo de la trama Gürtel y receptor de
cohechos, que se enfrentó poderosamente al jefe de esa red, Francisco Correa,
en el mismo momento en que Mariano Rajoy se hizo cargo del partido, en 2004.
De la mano del extesorero Álvaro
Lapuerta alertó al presidente del PP de que Francisco Correa iba a intermediar
en un pelotazo urbanístico en Arganda bajo el patrocinio de altos cargos del
Gobierno de Esperanza Aguirre.
Pero la presidenta madrileña
desoyó esa advertencia y rechazó todas las sospechas. La Audiencia Nacional
investiga aún hoy si hubo irregularidades en aquella adjudicación de suelo y se
pagaron comisiones ilegales en la operación urbanística que ganó Martinsa.
Por otro lado, la red Gürtel fue
apartada de la organización de los actos electorales del PP nacional porque
Lapuerta y Bárcenas conocieron y denunciaron que Correa y los suyos estaban
haciendo algo intolerable: esgrimir el nombre del partido para hacer caja. Y
ellos sabían perfectamente que no estaba trabajando en favor de su caja, la
caja oficial del partido.
Cuatro años después de que
estallara el caso Gürtel y pusiera bajo sospecha la honorabilidad del partido
de Rajoy, su extesorero, Luis Bárcenas, se enfrenta al descrédito nacional y a
un duro proceso judicial. El PP, que se creía a salvo del escándalo tras su
enorme éxito electoral de 2011 y el inmenso poder institucional logrado en
media España, teme ahora que las cuentas suizas de su tesorero acaben por
afectar al crédito de la formación, muy dañado por los efectos de la crisis
económica y su ineficaz lucha contra el desempleo. Los secretos que Bárcenas
guarda en nueve cajas pueden hacer estallar el partido.
EXTREMADURA PROGRESISTA