Lunes, 21 de Enero de 2013 09:21
EP/Ag
Jorge Trías Sagnier, diputado del
Partido Popular en la legislatura 1996-2000 y actualmente abogado en ejercicio,
denuncia en un artículo que hoy publica EL PAÍS la existencia de sobresueldos
de hasta 10.000 euros al mes que se repartían en la cúpula del PP. El dinero,
según esta versión, se entregaba “en efectivo y en sobres”, y la cantidad
variaba en función de los “cargos y las responsabilidades”. El relato de Trías
Sagnier, el primero avalado con nombre y apellidos desde que estalló el
escándalo de los sobresueldos opacos, sostiene que los extesoreros del PP
Álvaro Lapuerta (de 1993 a 2008) y Luis Bárcenas “llevaban una contabilidad B
tanto de las donaciones personificadas como de las anónimas, y de a quiénes o a
qué menesteres se destinaba ese dinero” —esto es, “una lista de donantes y
receptores”—.
El exgerente y extesorero
nacional del PP Luis Bárcenas, con quien Trías Sagnier declara tener amistad,
ha sido el hombre clave en las finanzas del PP durante 20 años. Apartado de los
cargos por su imputación en el caso Gürtel, la investigación judicial ha
destapado que llegó a ocultar hasta 22 millones de euros en cuentas suizas
junto con otros socios aún no identificados; una parte importante de este
dinero ha sido regularizado gracias a la amnistía fiscal.
Tras conocerse esta semana su
fortuna oculta en Suiza, saltaron a la luz las acusaciones vertidas por el
entorno de Bárcenas de que la cúpula del PP recibía los citados sobresueldos,
extremo negado por los máximos dirigentes populares. El abogado y exdiputado
del PP señala que la recepción de este dinero, en caso de no haber sido
declarado, no implica necesariamente un delito, debido a que la cuota
defraudada quedaría por debajo del umbral delictivo.
Trías Sagnier, cuya mediación en
el caso Gürtel entre el juez Pedreira y Rajoy generó polémica hace un año,
reconoce en Luis Bárcenas un amigo con quien ha recorrido “montañas y tenido
larguísimas conversaciones”.
El exdiputado popular pide tanto
a Dolores de Cospedal como a Mariano Rajoy que, aunque ellos hayan acabado con
la práctica del reparto de sobres para la cúpula del partido, den explicaciones
en detalle a los ciudadanos y a los propios afiliados y miembros del PP. Que
aporten toda la información de la que disponen para despejar las dudas que han surgido
sobre lo sucedido en el seno del Partido Popular. “Si no creemos en quienes
gobiernan la nación, ¿cómo podrán soportar los ciudadanos tantos sacrificios
como se les están exigiendo?”, concluye.
Lee el artículo
completo de Jorge Trías Sagnier:
¿Sombras o certezas?
JORGE TRÍAS SAGNIER
Todo son lugares comunes pero
nadie, ni desde el Gobierno o los partidos afectados, ha dado una explicación
convincente de lo que está ocurriendo. Quizás, la vicepresidenta Santamaría: “A
mí, que me registren”. Porque ella, y algún otro u otra ministra o ministro, sí
que están limpios de polvo y paja. Este asunto viene de lejos y no se ha
querido —porque se pudo— resolver. Ahora ya no es tiempo de lamentos sino de
explicaciones. Y rápidas.
En la primera legislatura de Aznar,
la VI, había una Comisión o Subcomisión en el Congreso a la que yo pertenecí en
la que estaban el diputado socialista Fernández Marugán, Jaime Ignacio del
Burgo y alguien más que no recuerdo. El escándalo Filesa, que tanto azuzó el PP
—y Rato especialmente—, era aún un asunto muy cercano. Los socialistas lo
habían pagado caro y Marugán, hombre cabal, barbado y honesto, era muy
consciente de ello. Decidimos que había que modificar el sistema de
financiación de los partidos políticos y la ley que lo regulaba.
Recuérdese que estaban permitidas
entonces las donaciones anónimas. Así se financiaban, además de las
asignaciones públicas, prácticamente todos los partidos, lo cual daba lugar a
todo tipo de corruptelas, enjuagues y corrupciones. No fue posible entonces
acabar con ese sistema. No se quiso poner el cascabel al gato. Y, desde luego,
había gato encerrado. CiU, de quien dependía el PP para poder gobernar, se
opuso rotundamente. Si mi memoria no me falla, las donaciones anónimas
terminaron en la etapa de Zapatero, que no todo lo hizo mal, ni mucho menos.
Ahora el PP, y especialmente su
extesorero Luis Bárcenas —con quien he recorrido montañas, he tenido
larguísimas conversaciones y a cuya amistad no renuncio sea cual sea su
futuro—, están sometidos a un escrutinio lógico. Deben, pues, aclarar y
explicar el sistema de financiación para que podamos creerles. Y la oposición,
toda ella, debe también contar públicamente —el Partido Socialista
especialmente— si usaban, así mismo, de esas malas prácticas.
Hace aproximadamente un año
publiqué un artículo en este diario que tuvo una enorme repercusión en el que
contaba algunas cosas que sabía por haber intentado ayudar al juez Pedreira,
enfermo y sin medios materiales en el juzgado, que intentó realizar una investigación
clara. Pudo a medias. En el PP sentó muy mal ese artículo mío. Afortunadamente,
ahora, el juez número 5 de la Audiencia Nacional, Pablo Ruz, siguiendo la
estela de lo que había iniciado su antecesor Baltasar Garzón, intenta aclarar
el escándalo de la financiación del Partido Popular. Confiamos muchos en que ni
la Fiscalía Anticorrupción ni el juez se arredrarán ante las presumibles
presiones que van a sufrir. El fiscal general es hombre cabal y con arrestos, y
el juez es hombre lento, pero seguro.
¡Vaya historia!: el juez que
inició la investigación, honrado en toda Hispanoamérica y en la Corte Penal
Internacional, Baltasar Garzón, fue apartado y condenado por unas escuchas que,
a mi juicio, fueron muy limitadas y estaban más que justificadas. Y el juez del
Tribunal Superior de Justicia, Antonio Pedreira, quedó postrado en el lecho del
dolor y olvidado. La dignidad tiene su precio. Pero la verdad se va abriendo
paso.
Sigamos, pues, con lo que quiero
decir. Al margen de lo que hagan los fiscales y jueces, el Partido Popular
tiene que explicar con pelos y señales los medios con los que se financiaban.
Francisco Álvarez-Cascos, ex secretario general; Ángel Acebes, excoordinador
general; Javier Arenas y María Dolores de Cospedal, sucesivos secretarios generales
del PP; líderes autonómicos afectados por este caso u otros; y, por supuesto,
José María Aznar y Mariano Rajoy, presidentes sucesivos del PP, deben dar una
explicación convincente. Por supuesto, también deben hacerlo Álvaro Lapuerta,
Luis Bárcenas, otro tesorero cuyo nombre no recuerdo que le sucedió
interinamente, Romay y la actual tesorera.
No podemos tener esa desagradable
sensación de que fuimos ingenuamente engañados quienes les defendimos en medio
del tornado. Ellos tienen los documentos o información suficiente. Llevaban esa
contabilidad B, cuando la hubo, de las donaciones personificadas y de las
anónimas —legales hasta hace unos cuatro o cinco años— y de a quiénes o a qué
menesteres se destinaba ese dinero. No pueden esconderse ni mentir.
Y todos los destinatarios
deberían hacer públicas sus declaraciones de renta para que la Agencia Tributaria
determine si estaban declaradas. Y en el caso de que no lo hubiesen sido, y si
incurrieron en un posible delito fiscal, que la Agencia Tributaria envíe el
asunto al Juzgado numero 5 que, según parece, es indiscutiblemente el
competente.
Por lo que yo pude saber, y ya
conté en estas páginas de forma sucinta, sí se entregaban sobres con dinero en
efectivo que servían como complemento del sueldo que percibían algunos
dirigentes. Creo que la cantidad máxima eran unos 10.000 euros al mes o su
equivalente en pesetas antes de la moneda única. De ahí hacia abajo se
percibían cantidades menores, según los cargos y responsabilidad. La mayoría de
diputados y dirigentes del PP no percibía nada de esas cantidades. Y es por
ellos, y especialmente por quienes les votaron, por lo que deberían dar una
explicación, tanto Cospedal como Rajoy, que son quienes ahora dirigen el
partido.
Es posible que ellos acabasen con
esas malas prácticas, es posible, pero también deberían explicar si al
principio de sus mandatos respectivos percibieron alguna cantidad de esa opaca
procedencia. En resumen: queremos saber la lista de donantes y la de
receptores. Nos la deben quienes fueron nuestros dirigentes, amigos algunos de
ellos, e incluso aquellos que, pase lo que pase, lo seguirán siendo.
Es posible que ninguno de los
perceptores, si no hubiese declarado esas cantidades que recibían en metálico,
haya incurrido en delito fiscal, pues la cuota posiblemente defraudada, por lo
que yo conozco, no llega al límite del delito. Pero en cualquier caso el
escándalo está servido y España y los españoles, tenemos derecho a conocer lo
que se hizo con ese dinero público. Y Bárcenas, que tiene un buen abogado,
debería explicar de dónde salía ese dinero y si las empresas que se acogieron a
la amnistía fiscal eran suyas o de más personas, pues probablemente, y como
consecuencia del generoso sueldo que cobraba, pueda tener una explicación que
le aparte definitivamente del delito. Callar, a veces, es complicidad. Otra
cosa son las responsabilidades políticas, que el PSOE, con Rubalcaba a la
cabeza, debe pedir con firmeza y no con la boca chica como lo viene haciendo
hasta ahora, pues da la sensación de que ellos también tienen algo que ocultar.
El sistema constitucional español
es lo suficientemente fuerte para soportar una crisis política de esta
magnitud. Hay personas muy cualificadas, tanto en el Gobierno, en el PP, y en
el PSOE, para sustituir a quienes deban caer, con delito o sin delito, por este
monumental escándalo. “Que cada palo aguante su vela”, afirmó la secretaria
general, María Dolores de Cospedal. Efectivamente, y ella la segunda. Pues el
primero que nos debe una explicación es el jefe del PP, Mariano Rajoy. Es una
cuestión de patriotismo y de ejemplaridad, como diría el filósofo Javier Gomá.
Y de honor. Si no creemos en quienes gobiernan la nación, ¿cómo podrán soportar
los ciudadanos tantos sacrificios como se les están exigiendo?
Jorge Trías Sagnier es exdiputado
del Partido Popular.
EXTREMADURA PROGRESISTA