Sábado, 26 de Enero de
2013
Cándido Marquesán
Millán
En estos momentos que acabamos de conocer unas
cifras dramáticas sobre el paro en España, me ha parecido muy pertinente recurrir a uno de los referentes históricos
de la socialdemocracia europea, como fue Olof Palme, el cual siendo primer
ministro de Suecia fue asesinado el 28 de febrero de 1986, al salir del cine
acompañado por su esposa. Voy a fijarme
en el contenido de un discurso suyo titulado Empleo y Bienestar, pronunciado el
3 de abril de 1984 en la Universidad de Harvard, cuyos pensamientos los considero
de plena actualidad.
Comenzó haciendo una
referencia a otro discurso, el de despedida de Bruno Kreisky como primer
ministro y líder del Partido Socialdemócrata austríaco, en el que no habló,
como todo el mundo esperaba, de su trayectoria política, lo hizo del futuro, en
concreto del problema del desempleo, que según las previsiones iría a más.
Expresó su temor de que se convirtiera en
endémico, incluso en épocas de crecimiento económico.
Kreisky admitió su
malestar por un encuentro reciente mantenido en Washington con representantes
del Banco Mundial y del FMI. El presidente de este último, Jacques de
Laroisiere dijo que para consolidar la
expansión económica se debían tomar las siguientes medidas: reducir la
inflación, disminuir el déficit público, cambios estructurales en la industria
y liberalización económica. En cambio, no dijo nada sobre qué hacer para
reducir el desempleo. Ni siquiera lo mencionó. El líder austríaco acabó “que no se había desintegrado la sociedad por
el desempleo, como en los años 30, por la existencia del Estado asistencial”.
De estas dos cuestiones
habló Palme: el desempleo y de la sociedad del bienestar, y que para él su
primer objetivo de su política era corregir el desempleo, ya que este
suponía en primer lugar un terrible despilfarro. Los medios de producción están
infrautilizados en todo el mundo, cuando
existen muchas necesidades humanas insatisfechas. Parece una afirmación muy
simple, pero muy importante. Resulta inconcebible que haya hoy en España
interminables listas de espera en los hospitales, con personal médico
desempleado. Este ejemplo podríamos extenderlo a la educación, a la asistencia
social, a la industria, y otros sectores de la economía. Es una prueba
incuestionable de que algo está funcionado mal en este sistema capitalista.
Para Palme, en segundo
lugar, el desempleo significaba sufrimiento humano, ya que el trabajo está
relacionado con valores como la confianza en uno mismo, con la dignidad humana
y el sentido de la vida. Por ello, el incremento del
desempleo potencia el aumento de los índices de mortalidad, la mala salud, los
suicidios, muchas familias rotas, la delincuencia, y la proliferación de la
droga y de la prostitución. Ha sido reciente la noticia reciente de que jóvenes
universitarias desesperadas se
prostituyen para pagar sus estudios, el alquiler, o incluso, para
comer.Verdades como puños. Parece que
nuestros dirigentes no fueran conscientes de que detrás de un número hay seres
humanos que tienen unas necesidades básicas, familiares y sociales, no son una
mera fuerza de trabajo que se coge o se tira sin contemplaciones.
En tercer lugar, dijo
Palme, debemos combatir el desempleo, porque su expansión masiva suponía una
amenaza cierta para la democracia. El desempleo mina el cimiento sobre el que
debe levantarse una sociedad democrática. En situación de crisis, los gurús de
la economía nos dicen que todos debemos colaborar. Pero cuando la gente
abandona los estudios e intenta conseguir un trabajo, cuando quiere integrarse
en la comunidad adulta, no hay sitio para ellos. Su contribución a la solución
es estar sin trabajo a perpetuidad, o en todo caso en precario. Esto les hace
perder la esperanza y la confianza en ellos mismos. Se consideran inútiles. Se
vuelven amargados y desesperados, pierden la confianza en nuestra sociedad
democrática y en su armazón
institucional. Si negamos a la juventud el derecho a ser miembros de la
sociedad, es muy factible que se automarginen de ella, con lo que la democracia
saldrá fuertemente deteriorada. Nuevamente juicios certeros.
Como acabamos de ver,
estas palabras de Palme de hace 20 años no han perdido actualidad. Son muy
claras, además de convincentes. El problema estriba en que este tipo de
verdades no son expuestas muy a menudo hoy en día. Necesitan ser repetidas,
para que no caigan en el olvido. Las entiende cualquier ciudadano dotado de
sentido común y de solidaridad, cualidades que desconoce nuestra clase política
dirigente.
Veámoslo: una Reforma
Laboral, que tenía como objetivo “facilitar la flexibilidad interna para frenar
la destrucción de empleo”, ha creado en un año más de 800.000 parados, estando
ya muy cercanos los 6 millones, un 26,2% de la población activa, una cifra superior a la de la Gran Depresión
de los años treinta en EE.UU. Y todo es susceptible de empeorar, a pesar de que
nos dicen que las reformas emprendidas por el gobierno actual, no tardarán en
producir sus efectos positivos, por lo que el paraíso terrenal está a la vuelta
de la esquina.
En un aviso a
navegantes, nuestros gobernantes deberían ser conscientes de que la capacidad
de aguante de sufrimiento de una sociedad tiene un límite. Por ende, deberían
tomar pronto medidas, aunque solo fuera por prudencia, ya que desde la ética es
una utopía que provengan.
EXTREMADURA PROGRESISTA