VIERNES, 19 DE OCTUBRE DE 2012 ANTONIO MIGUEL CARMONA
El principal motivo por el que yo
voy a hacer huelga no es por mi situación, verdaderamente privilegiada si
valoro los dramas de mi circunstancia, familiares, amigos y compañeros, cuyas
rentas y derechos son cuestionados, cuando no liquidados por un gobierno
inútil.
Voy a hacer huelga contra el
miedo. Huelga en defensa de tantos trabajadores a los que se les atemoriza con
sus rentas o sus contratos, con sus derechos o con sus familias, por el mero
hecho de prestarse a llevar a cabo ese día una jornada de reivindicación.
Voy a hacer huelga porque nadie
ha solucionado aún, ni los unos, ni los otros, que mientras las patronales
exigen más flexibilidad, en España nueve de cada diez contratos es temporal o
precario.
Hacer huelga contra el miedo es estar junto a
aquellos trabajadores a los que se les obliga a firmar que han seguido una
jornada de huelga en defensa de sus derechos y rentas.
Huelga contra el miedo a que nuestros hijos
pierdan su derecho a una educación universal y pública, como de hecho ya han
perdido determinadas clases que, bien avanzado el curso, aún no han comenzado a
impartirse por falta de profesores.
El miedo que lleva a algunos a
pensarse si hacer huelga o no, me lleva a mi a no trabajar ese día, a ejercer
mi derecho, por los demás y por mi mismo, y, sobre todo, porque quieren que
deje de tener sentido que exista una sanidad pública, universal y gratuita, o,
simplemente, los servicios sociales se reduzcan a la beneficencia.
Las dificultades de una huelga,
incluso la más motivadas como ésta, estriban en la dificultad de los
trabajadores y trabajadoras a la hora de secundarla. Una empleada de un centro
comercial que llega a su puesto de trabajo quince minutos antes porque ha de
firmar su contrato diario, tiene, como es natural, miedo a no volver a ser
contratada nunca más.
El miedo es, pues, el peor
enemigo de los paros obreros. El miedo a no volver a ser contratado, a ser
despedido, a tener que firmar en su puesto de trabajo si uno secunda la huelga,
en definitiva, al desprecio de los reaccionarios y al abuso de los incautos.
La derecha sigue una estrategia
múltiple a la hora de tratar de frenar el éxito o no de la huelga general. Por
un lado señala que no es momento (nunca es momento), y, por otro, cuantifica
los costes de la misma, calumnia a los sindicatos, injuria las movilizaciones o
las simplemente las califica de políticas (?).
Mi huelga será por los parados de nuestro
país, contra una política económica errada y errática, a favor de nuestros
derechos, del bienestar y del desarrollo, pero, sobre todo, mi huelga es contra
el miedo. Contra el miedo que sentiríamos todos de ver perderse a un país cuyos
ciudadanos y ciudadanas son lo único que importa.
DIARIO PROGRESISTA