03 jul 2013
Existe una avalancha ideológica, procedente de los mayores centros de
reflexión próximos a la banca privada y a la gran patronal (tales como Fedea,
financiada por grandes bancos y grandes empresas) que están presionando para
que bajen los salarios como medida para incrementar la competitividad de la
economía española, favoreciendo las exportaciones cuyo crecimiento sacará a
España de la recesión. Este es también el mensaje que están promoviendo el
Fondo Monetario Internacional, la Comisión Europea y, como no, el Banco Central
Europeo y el Banco de España. Dicho mensaje es, predeciblemente, reproducido
por los mayores medios de información del país, tanto públicos como privados,
tanto orales como escritos.
Y también, como era de esperar, se reproduce en círculos económicos
próximos a la socialdemocracia, aun cuando su presentación y narrativa tiende a
variar. En estos círculos el mensaje que se transmite es que hay que ser
valiente y atreverse a hacer las reformas que el canciller socialdemócrata
Schröder hizo en Alemania, que permitieron a la economía alemana salir de su
crisis a partir del aumento de sus exportaciones. El economista en esta órbita
socialdemócrata que más ha enfatizado este mensaje es el profesor Josep Oliver,
aunque no ha sido el único. En realidad, son muchos en esta órbita que lo
piensan pero muchos no se atreven a decirlo.
Las consecuencias de
esta política
He escrito críticamente y extensamente sobre las reformas que Schröder
realizó en contra del parecer de su Ministro de Economía y Finanzas, el Sr.
Oskar Lafontaine, quien (en contra de la postura adoptada por el primero, que
quería basar la recuperación de la economía alemana en el crecimiento de las
exportaciones) quería basar dicha recuperación en el aumento de la demanda
doméstica. Perdió Lafontaine y ganó Schröder, el cual hizo unas reformas
encaminadas a reducir los salarios, diluir la protección social y debilitar a
los sindicatos. Las consecuencias en el bienestar de las clases populares fue
devastador. Una cifra recoge esta situación: alrededor de la mitad de hogares
alemanes no pagan impuestos sobre la renta por ser demasiado pobres para
hacerlo. El mercado de trabajo alemán está claramente deteriorado. Y esto es lo
que se está proponiendo para España, con el agravante (de una enorme
importancia) de que los sindicatos en España son más débiles que los sindicatos
alemanes, y como consecuencia no hay en España un sistema de cogestión en las
empresas como el que ha jugado un papel determinante en el bajo desempleo en
aquel país, resultado de la distribución y reducción del tiempo del trabajo, en
lugar del despido.
Los supuestos que
apoyan esta postura
Fedea y los que sostienen la necesidad de bajar los salarios para
aumentar la competitividad de la economía española y aumentar las exportaciones
asumen que para que el consumidor alemán compre, por ejemplo, más vino o aceite
español, hay que bajar el precio de estos productos a base de reducir los
salarios de los trabajadores que los producen. Veamos la evidencia que apoya
esta tesis.
En primer lugar, el hecho de que haya habido una bajada de consumo de
vino y aceite español en Alemania podría deberse a que ha bajado el poder
adquisitivo de la población alemana, resultado, por ejemplo, de la reducción de
los salarios en relación a su productividad. En este aspecto, el incremento de
las exportaciones a base de una reducción de las rentas del trabajo (que son
las mayores determinantes de la demanda), que ha ocurrido también en Alemania,
explicaría esta reducción del consumo de aceite y vino español. En esta
situación, el nivel salarial español no tendría nada que ver con el descenso de
las exportaciones de esos productos.
Pero existe otro factor no considerado en la tesis de que los salarios
altos son el problema, de lo cual se concluye que hay que bajarlos. El precio
de un producto depende de muchos otros factores, además de los salarios.
Depende, por ejemplo, también de la productividad del capital, y no sólo de la
productividad del trabajo. Y depende también, no sólo de las rentas del
trabajo, sino también de las rentas del capital, incluyendo los beneficios.
Pues bien, Fedea y Co. no tocan ninguno de estos factores. ¿Por qué no proponen
que en lugar de bajar los salarios para disminuir los precios, reduzcan los
beneficios de las grandes empresas vinícolas y aceituneras? ¿O por qué no
proponen aumentar la productividad del capital, aumentando las inversiones que
incrementen la productividad de este sector. En realidad, la baja productividad
del sector agrícola se basa en la superabundancia de la mano de obra, resultado
de que por cada puesto de trabajo haya veinte aspirantes a ocuparlo, la mayoría
inmigrantes. Si el empresario tuviera dificultades en encontrar trabajadores,
entonces aumentaría su inversión y mecanización de la vendimia, incrementándose
así su productividad. Los bajos salarios facilitan la continuación de una
economía de baja productividad. Basar la economía, como Fedea y Co. están
proponiendo, en bajos salarios es condenar a España a una economía de baja
productividad. Y este ha sido el drama del sur de Europa. Los países del norte
de Europa tienen una gran productividad y eficiencia económica, y ello
consecuencia de que no se permitieran bajos salarios (situación que está
cambiando en Suecia, resultado de las políticas neoliberales del gobierno
conservador-liberal sueco).
¿Cuál es la causa de la
escasa productividad?
Esto me lleva al punto central del porqué existe baja productividad y
baja competitividad en España, y que no tiene nada (repito, nada) que ver con
el nivel salarial. En realidad los bajos salarios contribuyen a esta baja
productividad. Y no es al revés como constantemente se acentúa.
La baja productividad se basa en la estructura productiva del país, una
situación que se reproduce en todos los países mediterráneos y que se debe a la
estructura del poder financiero y económico en estos países. Cuando se
desagrega la economía española en sus diferentes componentes, puede verse que,
estandarizando por sector, España compara favorablemente en productividad con
Alemania (si, con Alemania). Bela Galgoczi acaba de publicar un excelente
artículo en Social Policy Journal (07/06/2013) titulado “European Social Model
or European Stability Mechanism”, que compara la productividad laboral, los
costes de producción y la contribución salarial a estos costes, y la
productividad ajustada al salario (Apparent labour productivity, Average
Personel Costs, y wage adjusted productivity) y muestra como en el sector
manufacturero (el sector de salarios más elevados dentro de la fuerza laboral
la productividad y los costes salariales no difieren en gran medida de los
alemanes en el mismo sector, concluyendo de que “no existe un problema de falta
de competitividad en los costes salariales en la producción de la manufactura”.
El problema es que este sector es pequeño dentro de toda la economía, y que son
los sectores de baja productividad, como la construcción, los que dominan la
economía. De nuevo, situación que tiene muy poco que ver (en realidad nada) con
los salarios y mucho que ver con las políticas estatales claramente dominadas
por las instituciones (y muy en especial, financieras) que ahora están financiando
Fedea y están pidiendo que bajen los salarios. Políticas estatales que están
también promovidas por las mismas instituciones europeas (la Comisión Europea y
el Banco Central Europeo) y los mismos gobiernos (como el alemán) que están
pidiendo que se bajen los salarios.
Me estoy refiriendo al boom inmobiliario en España, que determinó que
la construcción fuera el motor de la economía, absorbiendo una enorme cantidad
de recursos (el 15% del PIB) que habría podido ser invertido en otras
actividades de mayor productividad. Y este boom fue creado y diseñado por el
maridaje banca privada – sector inmobiliario – industria de la construcción,
facilitado y estimulado por la importación de dinero procedente primordialmente
de la banca alemana. Y todo ello con la bendición y apoyo del gobierno español,
el establishment europeo, el BCE y el Banco de España, todos ellos ahora
promotores de la necesidad de bajar los salarios. Creo que no hace falta añadir
ningún otro comentario. Se necesita osadía (la gente llana lo definiría como
“cara dura”) para que estas instituciones ahora estén culpabilizando de la
crisis a los supuestos elevados salarios de los trabajadores españoles. En
realidad, los salarios son de los más bajos de la UE-15.
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