8 de marzo de 2013
El día internacional de
la mujer trabajadora, que se conmemora cada 8 de marzo, es un día de lucha de
la mujer por su participación, en un plano de igualdad con el varón, dentro de
una sociedad justa que contemple su desarrollo íntegro como persona. Bajo el
capitalismo esas legítimas aspiraciones son imposibles, aunque se puede mejorar
a través de la lucha social que es lo único que sirve, pero la verdadera
igualdad se podría dar cuando se desarrolle una sociedad auténticamente
socialista.
En la edad moderna esa idea de un día
internacional de la mujer fue fraguando al final del siglo XIX, en plena
revolución industrial y al compás del auge que experimentaba el movimiento
obrero. En la antigüedad, esa celebración recoge una lucha que emprendió en la
antigua Grecia una mujer llamada “Lisístrata”, quien empezó una huelga sexual
contra los hombres, en la que reivindicaba el NO a la guerra que luego fue
reflejada en la Revolución Francesa, cuando las mujeres parisinas, exigían
“libertad, igualdad y fraternidad”, al igual que los hombres, marchando juntos
en masa hacia Versalles donde ya exigían el sufragio femenino. Sin embargo, no
fue hasta los primeros años del siglo XX, cuando comenzó a lucharse desde
diferentes organizaciones internacionalistas de izquierdas, por la jornada de
lucha específica de todas las mujeres del planeta.
En el seno del
capitalismo, la mujer trabajadora siempre ha sido presa de una doble
explotación: Primeramente laboral, por las relaciones de producción entre el
asalariado y el patrón, en las que el primero vende su fuerza de trabajo
obteniendo una remuneración por debajo de la riqueza producida habiendo sido
maltratada históricamente con remuneraciones más bajas y trabajos denigrantes.
En segundo lugar, una explotación domestica por la labor no remunerada en el
hogar. Durante toda la vida, la mujer trabajadora en el capitalismo se limita a
procurar su existencia para luego seguir trabajando y también en asegurar la
producción y reproducción de la mano de obra del asalariado, a veces de la
familia completa.
Para el capitalismo, la
mujer trabajadora adopta entonces un carácter sumamente rentable, por lo que la
condena y la perpetúa en su estado de explotación y opresión. La emancipación
de la mujer es inherente a la del hombre y la sociedad completa. Ni la mujer
trabajadora se puede emancipar socialmente sin contar con el varón ni
viceversa.
Uno de los primeros
retos en la vida laboral, con el que se encuentra la mujer, es encontrar un
puesto de trabajo y en las situaciones de recesión como en la actualidad, los
abusos salariales se acentúan y las dificultades aumentan. Todavía muchas
mujeres no salen de casa a trabajar pero si lo hacen en su casa aunque este
trabajo, que tiene una importancia social tremenda, no es considerado como actividad
económica cuantificada y socialmente rentable. Piensan algunos analistas que la
suma del tiempo en que la mujer está fuera de trabajo por maternidad, también
juega un papel para estar en desventaja frente a la experiencia y
disponibilidad con la que cuenta un hombre. También se ve perjudicada por la
cuestión de la movilidad, pues por lo general las mujeres tienen más ataduras
que le impiden viajar o estar un largo periodo fuera del hogar.
Las desventajas de la
mujer en el ámbito laboral, bajo el capitalismo, se reducen al rol que les
impone la sociedad y que muchas veces no están en condición de elegir. Además
de esta carga extra, la mujer, al igual que los hombres, se enfrenta a la
competencia que el capitalismo impone como forma de selección, al ser incapaz
de ofrecer trabajo para todos.
Para algunos la situación de la mujer ha mejorado algo,
porque la Historia nos cuenta que durante la Segunda Guerra Mundial, los
capitalistas mandaban a mujeres y niños a trabajar con una paga menor a la de
un hombre, cuestión que se justificaba mediante el argumento de que dicha
“fuerza de trabajo empleada era de menor rendimiento físico” que la de un
hombre maduro, pero éstos habían sido mandados a la guerra como carne de cañón
para defender los beneficios de los Capitalistas.
En la actualidad vemos
cómo muchos trabajos se han modificado por el avance tecnológico e industrial,
requiriendo menor esfuerzo físico y ahora la mujer y la juventud siguen sobre
explotados con salarios menores de mil euros y la propuesta de la Patronal CEOE
hace unos días, planteaba un contrato basura para la juventud sin derechos ni
contratos. Con la ayuda tecnológica la
mujer produce igual que un hombre pero gana menos. Esto es totalmente ilegal pero
se tolera y no se toman las medidas adecuadas de inspección y sanción al
empresario que impone la “dictadura del terror” y si protestas pierdes el
puesto de trabajo, siendo muy beneficioso para los contratos abusivos que el
empresario realiza. Se quiere justificar la diferencia salarial con el falso
argumento de los gastos que implican las prestaciones referentes a la
maternidad y al menor rendimiento.
La realidad es que al
capitalismo le es útil la mujer en casa, es un salario que no pagan y sin
embargo le ayuda a “reproducir a un bajo coste la fuerza de trabajo”, mediante
las tareas del hogar, así el hombre no tiene que llegar a hacerse de comer, a
lavar la ropa, a planchar, y otros menesteres del hogar, reproduciendo los
roles ancestrales que al capitalismo le interesa, y así el hombre llega para
comer y descansar para recuperar su fuerza para la siguiente jornada que les es
muy beneficioso para el patrón.
En una situación muy
desigual, la mujer lucha contra la corriente de las costumbres creadas a partir
de esta relación material, (como explico Engels en su obra “El origen de la
familia, la propiedad privada y el Estado”), sin olvidar todas las adiciones
ideológicas, culturales, religiosas, y demás tradiciones reaccionarias que lo
respaldan.
Como vemos, el capitalismo se beneficia conservando las
tradiciones por lo que no tiene necesidad de que la mujer trabaje, máxime
cuando existe un “ejército de reserva de mano de obra” excedente donde poder
elegir. Demagógicamente se pueden decir muchos discursos e incluso se pueden
elaborar algunas leyes, en los hechos la mujer no ha visto una mejora en su
situación laboral, excepto en un pequeño porcentaje. La mujer trabaja por
necesidad, muchos hogares no pueden mantenerse con tan solo un miembro
trabajando y requieren salir dos o hasta más porque las hipotecas y los gastos
familiares agobian a las familias, siendo estas dificultades una de las causas
fundamentales de los divorcios y del llamado “terrorismo doméstico” que todos
tenemos que condenar e intentar evitar. O la situación se complica cuando la
mujer es la cabeza de la familia y tiene que hacerse cargo de su manutención
sola.
La situación de la
mujer en los países empobrecidos es mucho peor. El 80 % de la humanidad es
pobre, de los cuales 1.500 millones malviven en extrema pobreza y de entre
ellos, un 70 % son mujeres. De cada 10 mujeres, 8 dicen estar discriminadas en
sus empresas. La mujer cobra por hora un 32 % menos que el hombre. En un
balance anual aparece el dato de que la diferencia aumenta al 38,9 %. La ONU ha
declarado que ningún país del mundo trata igual a mujeres y hombres. Las
mujeres son el 40 % de la fuerza laboral mundial cuando representan más del
doble de la población. Los trabajos a tiempo parcial o temporal son ejercidos
en un 80 % de los casos por mujeres. Las mujeres sólo ocupamos el 14 % de los
escaños en el Parlamento, cuando somos más del 50 % de la población.
Todas y todos somos
conscientes de que la terminación de nuestra explotación como mujeres y como
varones la podremos alcanzar poniendo fin a la explotación que ejerce el
capitalismo sobre la clase trabajadora, por lo que tenemos que seguir luchando
por políticas que mejoren nuestras condiciones actuales y que deben pasar por:
1) A igual trabajo
igual salario.
2) Guarderías y
escuelas infantiles públicas y gratuitas en cada zona que posibiliten
compaginar empleo, tener niños y criarlos.
3) Derecho al divorcio
gratuito y con pleno apoyo Estatal.
4) Derecho a excedencia
en el trabajo tras tener un hijo, tanto para hombre como para mujer, cobrando
el 100 % del salario durante seis meses.
5) Servicios de
lavanderías, comedores y servicios sociales gratuitos para acabar con la
esclavitud de las tareas domésticas.
6) Centros de acogidas
suficientes para las mujeres que sufran maltratos o estén amenazadas,
totalmente sufragados por el Estado.
7) Mano dura contra los
maltratadores y los acosadores sexuales. Depuración del aparato judicial de los
jueces machistas y tolerantes con la violencia de las mujeres. Por una política
social que garantice a las mujeres maltratadas un puesto de trabajo digno o
subsidio de desempleo indefinido, así como vivienda digna para ella y sus
hijos.
8) Tenemos que luchar
con firmeza por un Salario Social Universal de 1.000 euros para todos los
parados, tanto para mujeres como para hombres, o que la Administración se
encargue de facilitarnos trabajo planificado y seguro, como un Derecho que
tiene toda persona, para producir riqueza y alimentar a nuestra familia.
Hombres y mujeres
debemos luchar juntos, porque juntos y organizados tendremos más fuerza para
avanzar. Las mujeres trabajadoras históricamente han jugado un papel muy
importante en la lucha de clases, fundamentalmente por su doble o hasta triple
jornada laboral, sin duda alguna la entrada cada vez mayor de mujeres al mundo
laboral y la lucha por estas demandas junto con una mayor igualdad en la
participación de las tareas del hogar, es el primer paso para la lucha por su
emancipación del sistema capitalista, hombro a hombro, varón y mujer en un
plano de igualdad.
AREA DE COMUNICACIÓN Y
FORMACIÓN.
IZQUIERDA SOCIALISTA DE
MÁLAGA-PSOE DE ANDALUCÍA
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