Pensamiento Crítico
Vicenç Navarro
31/03/2013
La enorme fuerza que las derechas
tuvieron sobre el Estado español en el proceso de Transición de la dictadura a
la democracia (erróneamente definido por el establishment político y mediático
como modélico) produjo una democracia muy limitada e incompleta, causa del
enorme retraso social de España. Después de más de treinta años viviendo bajo
esta democracia, España todavía tiene el gasto público social por habitante más
bajo de la UE-15, el grupo de países de la Unión Europea (UE) de semejante
nivel de desarrollo económico al español (ver mi libro Bienestar insuficiente.
Democracia Incompleta. De lo que no se habla en nuestro país. 2002).
Indicadores de las enormes
limitaciones de la democracia española, caracterizada por su baja calidad, son
múltiples e incluyen, desde la limitada diversidad ideológica de sus medios de
información, a la escasa participación ciudadana en la gobernanza del país,
limitándola a la posibilidad de votar sus representantes (dentro de un proceso
electoral muy poco representativo) cada cuatro años, sin ninguna posibilidad de
recurso cuando tales representantes incumplen sus promesas, situación que ha
alcanzado su máxima expresión en el gobierno actual del Partido Popular
presidido por el Sr. Rajoy.
Una consecuencia de esta situación
es el enorme poder que los poderes fácticos tienen sobre tales representantes
políticos, incluyendo entre ellos las entidades financieras y empresariales que
dominan el proceso de decisiones políticas garantizando el mantenimiento de sus
privilegios a costa del bienestar de la ciudadanía. La extensión de tal dominio
es única en las democracias occidentales y es motivo de atención e incluso
denuncia a nivel internacional (más que a nivel nacional). Ejemplos hay
múltiples. El más reciente es la decisión del Tribunal de Justicia Europeo que
ha indicado que la Banca en España tiene un excesivo poder legislativo que se
traduce en una situación abusiva para las personas que tienen una hipoteca y
que en un momento concreto de su vida no pueden pagarla. Vivo parte del año en
EEUU, y cuando un ciudadano en aquel país no puede pagar una hipoteca, devuelve
las llaves al banco y se olvida de la hipoteca. No así en nuestro país donde
tal ciudadano y/o aquella persona que avala la hipoteca tendrán que continuar
pagándola por el resto de su vida. Es un ejemplo de hasta qué punto la Banca
tiene poder en España, poder que se ha visto también en la ayuda pública a la
Banca (que ha supuesto un enorme drenaje de los fondos del Estado) o el
compromiso adquirido por el Estado, aprobado por los llamados representantes
del pueblo español, de que la categoría más importante en las decisiones
presupuestarias del Estado español, sea la de pagar los intereses a la Banca
(más importante que cualquier otro ítem en el presupuesto).
Otros ejemplos del gran poder que
tales grupos financieros y empresariales tienen en España (sin parangón en la
UE) es el excesivo poder político de las empresas energéticas y de comunicación
que explican que la energía eléctrica sea la más cara en la OCDE (el grupo de
países más ricos del mundo) o que una llamada telefónica de España a EEUU sea
tres veces (sí, ha leído bien, tres veces) más cara que la misma llamada, de
igual duración, de EEUU a España. O que las llamadas telefónicas por móvil sean
también las más caras de la OCDE. El poder de Endesa y Telefónica -entre otras-
sobre la clase política dominante (en la que incluyo a los políticos de
partidos gobernantes) es enorme. Son responsables de las políticas públicas
menos sensibles a los usuarios (user-unfriendly) que yo conozco. No es solo su
abusiva carestía sino también su comportamiento arrogante, ofensivo al usuario,
con prácticas casi mafiosas (y tengo ejemplos de ello), todos ellos indicadores
de este poder político y que se traduce en su maridaje con tal clase política.
Vean la composición de sus grupos de asesoría, consultoría o gestión y verán
las características de este maridaje.
La necesidad de
rebelarse ante esta situación antidemocrática
Cualquier persona con sensibilidad democrática
en España (independientemente de sus posturas ideológicas y pertenencia
política) debería rebelarse frente a esta situación. En nuestro país, cualquier
progreso democrático que ha ocurrido ha sido resultado de las movilizaciones
populares que en muchas ocasiones ha recurrido a la desobediencia civil,
dejando de respetar leyes que traducen e imponen un comportamiento
antidemocrático que debe ser cuestionado y desobedecido. Las movilizaciones de
los años setenta en contra de la dictadura que forzaron el fin de aquel régimen
fue el caso más claro de la necesidad y eficacia de tales movilizaciones. Nos
encontramos hoy en una situación parecida en que los gobiernos en España están
llevando a cabo políticas altamente impopulares por las cuales carecen de un
mandato popular que justifiquen su imposición.
De ahí la necesidad de
movilizarse. El ejemplo más reciente de estas movilizaciones prodemocracia
fueron las del movimiento 15M que pusieron en el centro de la atención política
la baja calidad del sistema democrático español. Sus eslóganes (“no hay pan
para tanto chorizo” o “no nos representan” o “no os dejaremos dormir si no nos
dejáis soñar”, por ejemplo) pronto se convirtieron en guías de la protesta
popular, gozando de amplia popularidad y aceptación, incluso entre los votantes
y simpatizantes de las derechas (partidos conservadores y/o liberales). En
contra de lo que el establishment mediático constantemente señala, el
movimiento 15M ha sido enormemente exitoso pues ha dado origen a muchos otros
movimientos. Su radicalidad, su denuncia y la originalidad de sus propuestas
han creado precedentes, empoderando a la población y animándola a que dejen de
tener miedo al poder financiero y económico que domina al poder político. Ha
contribuido así a crear un clima de protesta, mostrando “la desnudez del rey”,
es decir, mostrando tal establishment, que se autodefinió como democrático, por
lo que es: la utilización de las instituciones llamadas representativas para
llevar a cabo prácticas claramente antidemocráticas. Son “lo que mandan” los
que abusan y niegan la democracia, no los que protestan. Estos últimos son los
que están defendiendo a la democracia, denunciando su incumplimiento.
La necesidad del escrache
Una de las últimas manifestaciones en defensa
de la democracia es el movimiento de protesta Plataforma de Afectados por la
Hipoteca, PAH, que ha escandalizado a las voces conservadoras tanto en
Catalunya como en el resto de España. Las derechas catalanas y españolas (pero
también para vergüenza de la mayoría de sus bases algunas voces de las
izquierdas) han tenido la osadía que denunciar que tales manifestaciones son
antidemocráticas e intolerables en una democracia (mostrando en tal acusación
la ignorancia de lo que ocurre en otros países de mayor solidez democrática. En
Estados Unidos las manifestaciones en contra de los banqueros y de sus
políticos, en sus lugares de residencia y veraneo, es una constante en la vida
política de aquel país), indicando que van en contra del espíritu democrático
que debería prevalecer en nuestra sociedad. El primer comentario que tales
declaraciones generan es el de denuncia por su incoherencia y/o hipocresía.
¿Qué hicieron tales voces frente al desahucio de familias enteras por orden
bancaria? En realidad muchas de ellas, bien por activa o por pasiva,
contribuyeron a que tales desahucios tomaran lugar.
El movimiento PAH vio, como
después de la recogida de más de un millón y medio de firmas en su Iniciativa
Legislativa Popular, y tras la aprobación por parte de todos los partidos
políticos representados en las Cortes, excepto el PP, éste vetó la iniciativa,
negando la dación en pago universal (una medida que evita que el hipotecado
pierda su casa y continúe pagándola con una deuda de por vida debido a la caída
del precio de la vivienda) respondiendo, una vez más, a los intereses de la
Banca en contra de los intereses de la población. Y también en contra del
parecer de la gran mayoría de la población incluyendo la mayoría de sus
votantes que apoyan tal medida. Y cuando se denuncia a los representantes de
tal partido político por ir en contra de la opinión de la mayoría de la
ciudadanía, el presidente Rajoy tiene la desfachatez de acusar al PAH de
antidemocrático.
Es de aplaudir que tal movimiento
fuera al domicilio de aquellos políticos (lo que se llama escrache) que, con
sus votos, han hecho posible tal insulto a la democracia, para denunciarlos y
avergonzarles de su comportamiento. El argumento de que molestan a los
familiares de los políticos muestra su propia insensibilidad frente al enorme daño
hecho a familias enteras, incluyendo niños e infantes. Exigen respeto a ellos
cuando sus propios actos muestran su carencia de mera sensibilidad humana a las
víctimas de sus decisiones.
El linchamiento mediático a sus
dirigentes, como Ada Colau, es parte de una estrategia de represión que es la
respuesta del establishment político-mediático, autodefinido como democrático,
frente a aquellos movimiento que exigen, con razón, cambios en el proceso de
decisión no democrático que ocurre en las instituciones representativas. Martin
Luther King (MLK) también fue linchado mediáticamente en EEUU, y perseguido por
el Estado federal y el FBI (la policía federal). Hoy el día MLK es fiesta
nacional. La democracia siempre ha requerido movimientos que cuestionen y denuncien
sus carencias. Y en España, hay enormes carencias. Tal movimiento y sus
comportamientos de agitaciones sociales requieren un apoyo de todas las
personas democráticas de este país. En realidad el gran rechazo que han
provocado en las estructuras antidemocráticas de poder es la mayor prueba de
que van por el mejor camino.
Vicenç Navarro es Catedrático de
Políticas Públicas. Universidad Pompeu Fabra, y Profesor de Public Policy. The
Johns Hopkins University.
EL PLURAL