¡¡VIVA LA LUCHA DEL MOVIMIENTO OBRERO¡¡
¡¡ A LA CALLE, QUE YA ES HORA ¡¡
¡¡VIVA EL PRIMERO DE MAYO¡¡
30 de abril de 2013
Mañana conmemoraremos la clase trabajadora de todo el mundo el PRIMERO
DE MAYO, que es el día de lucha internacional de los trabajadores. Desde los
medios de comunicación burgueses, se intenta distorsionar, año tras año, el verdadero significado de esta fecha. Lo
presentan como una jornada festiva, para fomentar el consumismo, pero cada vez
está más claro que el ataque salvaje del PP que representa un verdadero plan de
destrucción de las conquistas sociales ganadas a base de lucha por la clase
trabajadora merece una respuesta firme de rechazo en manifestaciones y
concentraciones.
La burguesía estaba acostumbrada
a presentarlo como un día más,
donde los trabajadores asisten a las manifestaciones en la que grupos de
jóvenes, a los que les han robado su futuro los presentan como muy violentos,
cuando es el sistema capitalista, el
causante de todos los males que padece la clase trabajadora, la juventud, los
pensionistas y demás capas más desfavorecidas, las que se ven obligadas a
protestar, a veces siendo reprimidos por la policía, que recibe órdenes
políticas, creando altercados que son
las noticias que luego reflejarán
mayoritariamente.
Muy a pesar de esas campañas de “desinformación”, el día Primero de
Mayo no puede perder un ápice de su carácter de lucha reivindicativa,
precisamente en los momentos actuales donde se está produciendo un fuerte
deterioro de las condiciones sociales y laborales a las que nos enfrentamos los
trabajadores en casi todo el mundo, como hemos venido observando en los últimos
años con la oleada de movilizaciones y revoluciones que se produjeron en el
Norte de África, que saltó la frontera en el 15-M y luego pasó el Atlántico con
el movimiento Ocupa Wall Street, con la lucha desesperada de la clase obrera en
Grecia, Portugal, Italia, Francia, y
aquí con el 15-M.25-S, dos Huelgas Generales, el 14-N, Huelgas en la Enseñanza
en Octubre y Frebrerp, etc, etc.
Estos análisis están encaminados, no a demostrar lo que históricamente
fue esa fecha, que puede consultarse en cualquier manual de historia, sino en
profundizar en la comprensión del por qué están ocurriendo esos ataques, cuyas
causas hay que buscarlas, primero en la crisis estructural del capitalismo,
pero también en la falta de firmeza en las direcciones de los sindicatos y
partidos de izquierdas, como críticamente trataremos de expresar seguidamente.
La tendencia a la degeneración de los sindicatos en la época moderna es
un hecho. Cada vez se fusionan y se
vinculan más con el aparato del Estado burgués.
Eso no es exclusivo de los socialistas, comunistas o anarquistas, sino
que es una característica común a todos ellos que deja huérfanos de dirección
al movimiento obrero.
El imperialismo que es ya un oligopolio que funciona como un
monopolio, ha eliminado la competencia a
gran escala y aplica una política económica centralizada que tiende a la
fascistización. Esos grupos de
archimillonarios que dirigen los poderosos monopolios financieros, amos
absolutos del complejo militar industrial y petrolero, se han encaramado en la
cúpula del poder político y someten a todos los gobiernos a una dictadura
férrea en beneficio de ese poder antidemocrático que opera desde las sombras de
los despachos de clubes secretos como el Club Bilderberg o la Trilateral.
Los sindicatos más importantes
se ven amordazados y subvencionados por la propia banca, que les marca directa
o indirectamente la hoja de ruta que tienen que asumir, sino quieren verse
enfrentados a un adversario capitalista centralizado por la derecha
extrema, y al movimiento obrero por la
izquierda, es decir a las potenciales fuerzas que representan la
contra-revolución fascista por la derecha o la revolución socialista por la
izquieDe ahí la necesidad que tienen las cúpulas de los sindicatos que
mantienen posiciones reformista (sin
reformas posibles), de someterse y adaptarse a las exigencias de la propiedad
privada, luchando a favor de la recuperación económica en líneas
capitalistas, prestándoles su
cooperación y apoyo a las burguesías respectivas, hablando de nuevo de buscar
un pacto que sería otra genuflexión más ante el Gobierno y la Burguesía difícil
de tolerar por las bases.
No dudamos de los deseos utópicos de esas direcciones reformistas, cuya
burocracia mantiene el programa de mejoras, cuya tarea principal es la de
considerar al Estado como un agente imparcial, con la falsa ilusión de
debilitar a los monopolios en las mesas de negociaciones, para conseguir lo imposible, cual es
debilitar la dependencia de los monopolios y que se vuelquen algo a su favor.
En momentos de recesión aguda como la actual, esas posiciones que
pretenden armonizar, a través del pacto por el pacto, como pretende la
burocracia obrera, que luchan desesperadamente por conseguir algunas migajas de los astronómicos beneficios del
capitalismo imperialista que nunca alcanzarán con esos métodos de pegar el culo
en una mesa sin utilizar a la vez las movilizaciones de masas, son una pura “utopía”.
Los errores de esa direcciones sindicales consisten en una comprensión
incompleta de la realidad, no habiendo querido asumir el cambio de ciclo y la
profundidad de la recesión y así, hacen todo lo posible, tanto en los hechos
como en los discursos, para demostrarles a la clase dominante del Estado
burgués, de hasta qué puntos sus organizaciones son indispensables y dignos de
confianza para mantener la paz social incluso a costa del entreguismo más
absurdo.
Cuando Franco y los demás jefes nazi-fascistas transformaron los
sindicatos en organismos del propio estado no descubrieron nada nuevo, sino,
que siguiendo la lógica del capitalismo, que llevado hasta su último extremo se
convierte en “fascismo, que no es otra
cosa que el capitalismo químicamente puro”, lo que hizo es llevar esa lógica
hasta la última consecuencia implantando un Estado de Terror que disolvió y
masacró a las organizaciones obreras.
Por otra parte, a través del proceso de descolonización inacabado, el
imperialismo somete a los países a su dominio,
bien con los gobiernos títeres, bien directamente marcando las hojas de rutas impuesta por los estrategas
económicos del poder económico imperialista.
Esta situación fortalece la necesidad de mantener lazos directos,
diarios, prácticos entre los grandes magnates del imperialismo y sus gobiernos
serviles que les ayudan a someter a los pueblos semi-colonizados, pero a veces
ese equilibrio se rompe por la irrupción de las masas en la arena política.
El imperialismo crea en ese neo-colonialismo financiero-militar lazos muy fuertes con los
sátrapas, tiranos y dictadores de toda laya, a veces manteniendo teocracias
feudales que mantienen sumidos a sus pueblos en un atraso cultural, económico y
social abrumador, situación a través de la cual, los imperialistas sacan
enormes beneficios.
Podría deducirse de lo antedicho que, en esas condiciones, los sindicatos no existen bajo la bota del
imperialismo. No se permite la democracia obrera, que en algunas épocas
históricas han venido siendo practicada por algunas organizaciones de
izquierdas que constituía la esencia de la vida interna activa y democrática en
las organizaciones de clase. Ahora el PP, con su política de recortes de tierra
quemada, de ataques constantes, le
declara la guerra a las organizaciones sindicales y quieren exterminarla, pero
veremos si opera la dialéctica y esa ofensiva salvaje se convierte en su
contrario.
Cuando queda sofocada la libertad de constituir sindicatos y partidos
políticos de clase, se niega la posibilidad de luchar libremente por influir en
la vida social, política y económica. La clase obrera no puede elegir a su
gusto y placer el campo de trabajo, sino que debe luchar siempre por conquistar
esas libertades y arrebatársela a la burguesía y a los imperialistas, mediante
la lucha entre las clases, como ellos hacen cada día para arrancarnos las
plusvalías.
Lo que ocurre es que luchar por lograr organizar a las masas obreras
dentro de un Estado totalitario o semi-totalitario es mucho más difícil que
hacerlo en una democracia burguesa, por lo que no podemos renunciar a la lucha
por lograr influencia sobre la clase obrera, como socialistas, como
internacionalistas y como solidarios con los elementos de nuestra clase.
De igual manera no debemos renunciar a la lucha ideológica dentro de
las organizaciones obreras ya creadas, por muchos errores que cometan nuestras
direcciones, sino que tenemos la obligación de luchar democráticamente por corregir esos errores o incluso por cambiar a
las direcciones que no nos convenzan o estén obsoletas.
Es preciso no darse por vencidos y seguir la lucha bajo todas estas
condiciones adversas, donde también tenemos que incluir los errores no
solamente de nuestras direcciones, sino los que cometamos los trabajadores en
nuestras luchas, pero tenemos que adaptarnos a las condiciones existentes en
cada país dado, con el objetivo de encuadrar, organizar y unir lo más posible a
las masas, no solamente contra sus respectivas burguesías, sino contra el
imperialismo y sus lacayos que contribuyen al sostenimiento de dictaduras
militares o dictaduras del gran capital.
Una de las primeras consignas que tenemos que defender en esta lucha es
la independencia total e incondicional de los sindicatos respecto del Estado
capitalista y que sean sostenidos y sometidos por los trabajadores conquistando
la democracia obrera, que se nos ha arrebatado,
como mecanismo de decisión y control, para convertir de nuevo a los
sindicatos en los organismos capaces de movilizar a las grandes masas
explotadas y quitarse de encima la costra de los burócratas que no nos sirven.
Otra de las consignas por las que debemos luchar es la instauración de
una “democracia sindical sana”. Esta consigna es consecuencia lógica de la
anterior y presupone para poder llevarla a cabo la independencia total de los
sindicatos del Estado Imperialista.
Entendemos que los sindicatos, dado que actualmente hemos entrado en un
nuevo ciclo descendente en recesión profunda, no pueden seguir siendo
simplemente órganos reformistas de la época del capitalismo en desarrollo, por
lo que no pueden jugar un papel de neutralidad y equilibrio, pues el reformismo
sin reformas se convierte en CONTRA-REFORMAS constantes que es lo que está
ocurriendo.
Los sindicatos ya no pueden ser reformistas, ni anarquistas, ni
comunistas, pues esos nombres, sin contenidos reivindicativos concretos,
representan una utopía, porque las condiciones objetivas no dan cabida a
ninguna reforma seria, válida y duradera, por lo que es preciso la UNIFICACIÓN
para superar esos tres bloques a veces enfrentados y entrar en el proceso de
construcción de un Frente Único de Clase lo antes que se pueda, como objetivo
irrenunciable.
Las conclusiones que debemos sacar de todo lo anterior, es que, a pesar
de la degeneración progresiva de las direcciones de algunos sindicatos y de los vínculos cada vez más
estrechos que han venido desarrollándose con el Estado Burgués, la necesidad de
seguir construyendo sindicatos fuertes no ha perdido nada su importancia, sino
que la mantiene y la acrecienta.
De ahí la importancia de tomarse como tarea, cuyo punto de partida
puede ser este Primero de Mayo, el
formar o potenciar corrientes críticas
internas y seguir luchando para fortalecerlas
y ganar influencia entre la clase obrera. Porque el capitalismo monopolista tiene cada
vez menos interés en que los sindicatos sean independientes y los quiere bien
domesticados y a su servicio por lo que nuestra lucha tiene que ir en sentido
contrario.
La burguesía exige a la burocracia reformista de los sindicatos que se alimenten de las migajas que caen de
la abundante mesa de los capitalistas y que a su vez hagan el papel de su
policía política y cuando no puedan lograr eso, amenazan con más mano dura y
aplicar medidas de ajustes y recortes sociales.
Debido a la profunda recesión, se intensifican las contradicciones de
clase dentro de cada país, aumentando asimismo los antagonismos entre un país y
otro, lo que produce una situación en el que cada país necesita exportar más
para echar la crisis sobre las espaldas de su vecino, pero si todos hacen lo
mismo, la solución la busca cada burguesía en
abaratar costos, que para ellos consiste en bajar los salarios y atacar
los derechos sociales conquistados por la lucha del movimiento obrero.
Puede notarse en todo el mundo en el último periodo un giro a la
derecha por arriba y un debilitamiento de la democracia interna en los
sindicatos y partidos de izquierdas clásicos, que están siendo cuestionados por
las bases que giran a la izquierda. Por
ello es significativo a la vez que importante señalar el hecho de que están
formándose o potenciándose nuevas
organizaciones sindicales de izquierdas, como CGT, SAT, S.E. y otros que están ganando fuerzas al recoger
los cuadros y la militancia más descontenta con sus direcciones.
El giro a la izquierda que las bases están reclamando se debe a la
agudización de las contradicciones de clase a escala internacional que afecta a
todos los países. Los dirigentes del movimiento sindical clásico, léase CCOO y
UGT, han asumido las tesis de la burguesía que les han hecho entender que no es
el momento de jugar a la oposición. Que
cualquier movimiento de oposición firme, sin asumir el compromiso de los pactos
sociales que han firmado en las altas esferas, amenazaba con provocar, (después
de la Huelga del 14-N, que fue una movilización Continental Europea) una
movilización borrascosa de las masas que podrían expresar su verdadero malestar
y rechazo a los recortes, con explosiones sociales convulsivas, creándoles
enormes dificultades tanto a las direcciones como al Gobierno reaccionario del
PP y al imperialismo mundial.
Esta ha sido la situación de pánico a la que se han enfrentado las
cúpulas sindicales y de ahí el giro a la derecha asumido y la supresión de la democracia
obrera en los sindicatos cuyas bases han sido ninguneadas, no sometiendo la
firma de los acuerdos a votación de las bases porque sabían que serían
desautorizados seguramente.
El objetivo fundamental de la burguesía en estos momentos consiste en
liquidar a los sindicatos como organismos de la
lucha de clases, o neutralizarlos para que sean sustituidos por las
burocracias como organismos auxiliares de la dominación de la clase trabajadora
bajo la bota del Estado burgués.
Dada estas circunstancias la tarea de los trabajadores más de
vanguardia es emprender la lucha por la recuperación de los sindicatos de manos
de unas direcciones que se han arrodillado ante la patronal y exigir la democracia interna que no permita
que se den pasos antidemocráticos ni se otorguen pactos que perjudican nuestros
intereses de clase sin nuestro consentimiento.
Un verdadero sindicalismo de clase, democrático y combativo, en el
auténtico sentido de esos términos, deben ser organismos de masas donde convivan distintas corrientes de forma
libre en el debate y en la acción, incluso con posiciones diferentes, pero que
se sometan todas al mismo método democrático de discusión libre y compañera
previa a la toma de decisiones, para
luego votar y llevar a la práctica las decisiones que emanen del sentir
democrático del movimiento obrero.
De la misma forma, debemos luchar para que nuestras direcciones se
sometan a una democracia obrera participativa, dicho con otras palabras, que
una buena dirección debe ser racional y justa, asegurando a los sindicatos, que
es patrimonio de la clase trabajadora, el máximo de democracia concebible bajo
las condiciones concretas actuales.
Este capitalismo enfermo que nos ha metido en esta horrorosa y
dramática recesión, necesita una alternativa auténticamente socialista, que
solamente se podrá dar mediante la lucha unitaria de todos los partidos y
sindicatos de izquierdas, donde la clase trabajadora participe masivamente
reclamando nuestros derechos.
Es preciso reclamar con contundencia y exigir la distribución de las
escandalosas riquezas robadas al pueblo por un puñado de banqueros,
explotadores y especuladores, para poder planificar la economía de forma
racional y científica, poniendo los grandes medios de producción que deben ser
nacionalizados, al servicio y bajo control de la clase mayoritaria que es la
clase trabajadora.
Para ello es preciso democratizas los recursos económicos mediante una
Banca Pública, gestionada democráticamente al servicio de la producción,
desarrollando las nuevas tecnologías y la ciencia al servicio de la humanidad.
Las reivindicaciones tienen que ser exigir la retirada de todos los
planes de ataques contra los trabajadores y presentar un programa que
represente un giro a la izquierda para salir de la recesión con el concurso de
los trabajadores y a favor de nuestros intereses.
En resumen, poner las finanzas al servicio de la mayoría de la
población que es la clase trabajadora, para ejercer la democracia económica,
eliminando la dictadura de los banqueros y capitalistas, que no han sido
elegidos por nadie, para lo que se requiere la máxima unidad y los mejores
métodos organizativos de los partidos y sindicatos de izquierdas que
verdaderamente estén dispuestos a luchar por el verdadero Socialismo.
ÁREA DE COMUNICACIÓN Y FORMACIÓN.
IZQUIERDA SOCIALISTA DE MÁLAGA-PSOE.A