Miércoles, 10 de Abril de 2013 08:42
José Angel Marcelo de
Aza
Nuestros gobernantes
nos prometen buenas nuevas: Cuando acabe el presente año todo empezará a ir a
mejor y en el año 2014, casi con toda seguridad podremos de nuevo si no comer
perdices, al menos contar con unas alitas de pollo que llevarnos a la boca. El problema
estriba en que el españolito de a pié no cree ya ni en milongas ni en las
pamplinas que como un brindis al sol nos relatan los gobernantes que, con su
quehacer, hasta el momento presente sólo nos llevado a la ruina y a la miseria.
Tal como se dibuja el horizonte, nos parece poco probable que este panorama
casi idílico que dibujan nuestros prebostes, tenga el menor viso de convertirse
en lo que nos cuentan los políticos.
Y es que la cruda
realidad se vuelve terca y nos muestra que los fantasmas que nos preocupan,
cada día nos envuelven más en el pesimismo y la desesperación. El paro aumenta
sin cesar como un rayo que no cesa ni parece tener fin, la pobreza abarca cada
día a más y más españoles, la clase media va disminuyendo a marchas forzadas y
el salario de subsistencia es cada día más menguante.
Mientras tanto todo el
dinero sustraído a la clase trabajadora, a los funcionarios que con su trabajo
cotidiano impiden que España se hunda, a los pensionistas que han estado toda
una vida cotizando para asegurarse una vejez más segura, a los autónomos a los
que se les ha exprimido hasta la última gota de su jugo, para, por exigencias
de Bruselas, salvar de la quiebra a un sistema bancario insolidario,
bucanero y egoísta, sólo ha servido para
que los "trusts" alemanes que controlan y monopolizan la economía
europea, se vuelvan cada día más poderosos en esta tercera guerra mundial
económica emprendida por la neonazi Ángela Merkel.
Pero aquí en España,
como sucede en Portugal, Grecia, Italia, Chipre y en general en la mayoría de
los países pobres de la Unión Europea, los sacrificios de la clase trabajadora
no han servido para nada, salvo para enriquecimientos de los poderosos.
Bajo este prisma,
cuesta trabajo entender que los corruptos sigan impunes, cuando no protegidos
por el halo de una justicia que de ciega tiene más bien poco. No es admisible
que amparados por el color de su sangre, algunos se hayan enriquecido
torticeramente sin que el peso de la ley los haya fulminado de inmediato, como
tampoco es admisible que ladrones amparados bajo su condición política se
enriquezcan con el sudor y el trabajo del resto de los españolitos de a pié.
Que el descrédito de
los políticos que nos gobiernan sea un hecho cierto no debe causar la más
mínima extrañeza, pues es algo tan ganado a pulso que de seguro, no traerá nada
bueno salvo que los ciudadanos sepamos encontrar el camino para poner coto a
tamaños desafueros.
EXTREMADURA PROGRESISTA