Manuel Villoria
10.02.2013 | 03:05
Este catedrático de Derecho Público y dirigente de esta ONG aboga por
despolitizar una Administración con exceso de cargos a dedo y recordó que los
casos de corrupción se gestaron hace 10-15 años, en época de bonanza.
francesc arabÍ valencia
España ocupa el puesto 30 en percepción de
corrupción en una clasificación de menos a más.
¿Cómo son los que van
detrás?
Son países en los que
la corrupción es sistémica, los policías cobran bajo mano... En España no
tenemos una administración pública muy corrupta, no hay un problema con los
funcionarios. El problema es la corrupción política. No somos Italia o Grecia,
pero tenemos un sistema institucional débil de baja calidad democrática. En segundo
lugar, la corrupción genera problemas económicos. Hay una correlación clara
entre crisis y corrupción. Si en España no hubiera tanta corrupción
probablemente estaríamos saliendo de la crisis.
Ha dicho que la
financiación de los partidos es el "problema de fondo". La ley cambió
en julio de 2007 para que las donaciones ya no fueran anónimas y el resultado
es que ahora son en negro.
La solución es la
transparencia. Que los partidos hagan públicos sus ingresos por cuotas de
afiliados, todos los gastos, subvenciones etc. En eso deberíamos aprender de
Estados Unidos, aunque allí lo que es un desastre es que no haya topes en el
gasto electoral. Ahora el reto que tenemos es prohibir también que empresas
contratistas públicas puedan aportar dinero a las fundaciones de los partidos.
Otro problema es el Tribunal de Cuentas. Está muy politizado y se permite la
reelección de sus miembros.
¿La democracia ha
degenerado en partitocracia?
En la Transición se
fomentó un modelo bipartidista que garantizara la gobernabilidad, con partidos
fuertes, listas cerradas y bloqueadas. Pero no es lógico que un partido gane
las elecciones y pueda nombrar y echar a miles de cargos públicos. Hay demasiados
puestos de libre designación y se crea una red clientelar. En Dinamarca, el
jefe de gabinete del primer ministro es funcionario. El sistema de casta
política se ha colapsado.
¿La regeneración del
sistema pasa entonces por qué esa misma casta decida suicidarse?Ese es el problema, que al final el sistema devora a quien intenta cambios profundos.
Subraya que la mayor
parte de los casos de corrupción vienen de hace 10 o 15 años y que "hemos
despertado de un sueño falso". ¿En la bonanza la gente no se enteraba o
miraba para otro lado?
Eran años en los que
parecía todo iba bien y el crecimiento estaba asegurado. Y que todo era lícito.
Mire, la moral, la ética y la calidad institucional es la clave para el
desarrollo sostenible. Es verdad que se veía la corrupción como una
externalidad, como un coste que se tenía que soportar, pero los políticos a
veces son los que generan ese infradesarrollo moral. Uno de los peores efectos
de la corrupción es que daña el tejido social. La primera percepción es la
desconfianza en las instituciones y luego entre los ciudadanos. Se generaliza
la idea de que es lícito saltarse las normas.
¿Está seguro de que la
corrupción no ha afectado a los jueces?
Tienen la garantía del
puesto. Esa protección de su cargo les ayuda a poder permitirse el lujo de ser
honestos. No quiere decir que no puedan estar politizados y de hecho si quieren
hacer carrera muchas veces no han de meterse en según qué asuntos. Por ejemplo,
los presidentes de Tribunales Superiores en algunos casos parecen militantes de
partidos. Y qué decir de la politización del Consejo General del Poder
Judicial.
¿Y en la empresa
privada ¿La ética de los negocios es la cuadratura del círculo?
Hay bastante corrupción
en el sector privado y es más difícil de medir. La ética de los negocios
tendría más vigencia si pudiéramos conocer, por el Estado, qué empresa
contamina o explota a niños en el Tercer Mundo, por ejemplo.
¿Por qué dice que los
alcaldes tienen demasiado poder?
Absolutamente. Los
alcaldes y los políticos en general no deben meter sus manos en la gestión de
las administraciones. Han de tomar las decisiones estratégicas, políticas, pero
¿qué pinta un alcalde, un político, en una mesa de contratación ¿Qué hace un
político de gerente de una empresa pública
Una posibilidad
interesante es fomentar los pactos de integridad por sectores económicos. Se
trataría de que los empresarios y los políticos firmaran un pacto de negativa
radical a pagar cualquier tipo de soborno. Sería una cuestión ética y de
interés económico. En el caso de que se tuvieran noticias de que alguien rompe
el acuerdo, presentar una denuncia conjunta.
LEVANTE-EMV