Las formas en que los dioses deciden sobre quién ostenta el poder de
los colectivos humanos son tan variadas como los propios humanos. Tanto en los
gobiernos como en las organizaciones de cualquier caracter privado, son
variadas las formas tanto en el espacio como en el tiempo. Veremos que hay
formas electivas y formas no electivas. Las formas no electivas tienen cosas
buenas: despejan dudas o debates que, cuando se trata de ostentar el mando,
históricamente acababan en cráneos rotos. La forma electiva también tiene algo
muy bueno: se puede elegir al que más beneficiará al elector.
Algunas de las que traigo aquí
pueden sonar extrañas, por eso procuraré acompañar con ejemplos.
Etimológicamente «poder
de los ancianos». Se trata de una forma de mando o poder en el que la
preferencia recae en los mayores por edad. En el Neolítico, los mayores eran
quienes guardaban la memoria del colectivo, a quienes se les suponía más
sabiduría. No hay que ir tan lejos para encontrar ejemplos: en los parlamentos
españoles, cuando se inaugura una nueva legislatura, se compone una mesa de
edad para presidir la cámara. El diputado electo más viejo preside la sesión.
Oclocracia
La Democracia (gobierno
del pueblo), según Aristóteles, degenera en Oclocracia, que es el gobierno de
la masa. Según Polibio, se
trata de la «tiranía de las masas incultas». Cuando una multitud tiene
capacidad de gobernar, sus aspiraciones confusas, irracionales, egoístas y
contradictorias se resuelven de forma degenerada. El fundamentalismo
democrático de Gustavo Bueno podría ser una fase embrionaria de la oclocracia.
Un paso previo. No caer en la oclocracia es uno de los grandes retos de los
partidarios de la democracia. Las asambleas del 15M podrían ser un ejemplo de
organización oclócrata.
Democracia
Es el gobierno del pueblo. El pueblo, no la masa, es quien manda.
Tradicionalmente en las polis demócratas griegas, los ciudadanos, por ser
ciudadanos, ya eran legisladores. No confundir con la República, un sistema en
el que los ciudadanos de pleno derecho eligen a los legisladores para que
representen sus asuntos e intereses. Ejemplo actual de democracia lo podemos
encontrar en las cooperativas, en las que se supone que todos participan del
gobierno común con voz y voto.
Critarquía
Etimológicamente,
«poder de los jueces». El primer poder de un jefe es el poder de juzgar,
tan solo cuando los jefes no legislan ni gobiernan se puede hablar de
Critarquía. Es una forma de organización común en sociedades premodernas. La
falta de controles puede degenerar en anarquía y como a río revuelto ganancia
de pescadores, no es difícil que esto degenere en Mad Max. Es el sistema que
gobierna los deportes o Eurovisión.
Noocracia
O poder de la inteligencia. Sería aquella forma de gobierno en que las
decisiones se basarían en el conocimiento, la lógica y la inteligencia de las
mentes más preclaras del colectivo. Es un ideal planteado por griegos antiguos.
Como determinar qué es lo inteligente es un imposible metafísico, debido a que
las aspiraciones, deseos y rencillas particulares son contradictorias con las
aspiraciones de los demás, es un gobierno imposible. Incluso en el gobierno de
uno solo, un individuo no puede ser noócrata todo el tiempo. Es común que las
personas tomemos decisiones que van contra nuestros propios intereses
(decisiones no inteligentes). Los sistemas meritocráticos tienden a la
Noocracia pero sin tocarla. En la literatura tendríamos como ejemplo a La
Cultura de Iain Banks (aunque La Cultura también podría ser una Sinarquía). Todos
los superordenadores malvados, en cierto modo serían noócratas.
Criptarquía
Sería el gobierno de lo oculto. Quien gobierna no desvela su naturaleza de
gobernante. Este conocimiento está en manos de pocas personas. Los defensores
de la Teoría de la Conspiración creen que existe una Criptarquía mundial por la
que gente con contactos alienígenas dirige las finanzas y gobiernos de todo el
mundo para lograr hacernos a todos esclavos y así tener más poder del poder
infinito que ya presuponen a esas élites. Sería la forma de gobernarse de
sociedades secretas como la empresa que fabrica Trivial Pursuit o los gnomos de
la imprenta de Páginas Amarillas. Bromas aparte, toda forma de organización
compleja exige cierto grado de Criptarquía. Es por eso que existen el espionaje
industrial y los servicios de inteligencia.
Optocracia
Consiste en que la
gente no sólo elige a sus gobernantes, sino también la forma de gobierno.
En una misma comunidad convivirían
varias formas de gobierno al mismo tiempo. Así, unos serían vasallos de un
señor feudal, otros vivirían en un estado socialista y todos sus vecinos se
podrían organizar como los yanomami. Lo positivo de este sistema es que la
gente comprobaría de forma efectiva qué sistema le conviene. Lo negativo es que
ciertas formas de gobierno parasitarían a otras.
Cleptocracia
El gobierno de los ladrones. Al contrario que en la ficción, donde ser
ladrón puede ser algo honorable y hay normas que se siguen cuidadosamente (por
ejemplo, el Gremio de Ladrones de la saga de los Elder Scroll), en la realidad
la Cleptocracia no es deseable. Se trata de un sistema de gobierno no
auto-reconocido en el que quien ostenta el poder extrae la riqueza de la
mayoría. Todos los escalafones de la administración deben funcionar con
sobornos y no existe una redistribución en sentido contrario. Ejemplos de
cleptocracia los tenemos en las autocracias del
sudeste asiático, en los países
africanos y en la Comunidad Valenciana.
Plutocracia
El poder de la riqueza. Es aquella
forma de gobierno en que la riqueza determina la capacidad de poder político.
Quien controla la riqueza es quien manda. Cuando empezamos a ser sedentarios,
aparecieron las primeras Plutocracias: ya no hacía falta golpear muy fuerte a
tu vecino si podías pagar a otro que hiciera el trabajo sucio por ti. Es la
forma de gobierno común en los estados socialistas: el Estado es quien controla
la riqueza nacional y por tanto la usa para autojustificarse, en su propio
beneficio y para la permanencia en el tiempo de su propio sistema. La
experiencia ha demostrado que a los estados socialistas no se les gana con
bombas, sino arruinándolos, pues ahí reside la base de su poder.
Más vale capitán borracho que barco
con democracia
Según las condiciones que nos
rodean, preferimos una forma u otra de gobernarnos. Se tiende a pensar que
existe un sistema definitivo de gobierno, pero eso no es así. Hay ocasiones en
que conviene variar. Por ejemplo cuando hay igualdad entre competidores o
cuando se va en un barco. En estas situaciones, la democracia o el
republicanismo a los que estamos acostumbrados, no funcionan. El caracter de la
organización del colectivo también determina su estructura de mando. Es el caso
del estamento militar. Incluso aunque no pensemos en ello, todos hemos vivido
bajo el absolutismo como la mejor forma de provisión de servicios en un momento
de nuestra vida (infancia, enfermedad...).
Así que si en un momento dado
hay que hacer un paréntesis para arreglar un desaguisado (o empeorarlo), no
sería extraño a nuestra naturaleza variar lo que actualmente conocemos.
Insistamos en que otras formas de gobierno no tienen que asustar a nadie per
se, el miedo surge del cambio en sí, no del resultado del cambio.
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