Domingo, 12 de Mayo de 2013 09:40
Juan Pedro Rodríguez Viñuela
Los sabios hablan de
ideas, la gente corriente, de acontecimiento y, la mayoría, de otra gente.
Albert Einstein.
La cita que encabeza este escrito no tiene que
ver en principio con el tema del artículo, pero sí de fondo. Lo que el
ilustrado y genial físico Einstein nos está diciendo con su pensamiento, que
algunos, o muchos, que es peor, lo calificarán de elitista, es que la inmensa
mayoría de la gente, de las personas, pierden el tiempo conversando sobre otra
gente. Que no hay discusión de ideas. Que no hay pensamiento. Este fenómeno
visto a la luz del librito de Kant, ¿Qué es la Ilustración? pues nos lleva a
pensar directamente que, en realidad, no ha habido Ilustración porque la
mayoría de la gente no ha alcanzado la mayoría de edad.
No discute sobre ideas, conversa
sobre otra gente, su conversación es intrascendente, pura distracción, cuando
no, malsana. Pero es que esto es un problema muy grave. Y su gravedad consiste
en que no es posible la democracia sin ilustración del pueblo. Y lo que está
ocurriendo en Europa es que la democracia está siendo sustituida por el
totalitarismo y el pueblo permanece sumiso e inconsciente con todo lo que ello
conlleva. Es más, la democracia aparente que tenemos le permite opinar, porque
para eso se ha establecido como dogma el relativismo de las opiniones. Que
todas las opiniones valen y que todas son iguales o equivalentes.
Y los ignorantes, la mayoría, no
hemos salido de la crítica platónica a la democracia y su degeneración en
demagogia, igual que ahora, pues se afanan en opinar, sin buscar fundamentos,
información. Hablar de lo concreto, por el mero hecho de hablar, por el placer
de hablar y nada más. Y es éste, nada más y nada menos, el hilo de unión entre
la cita del encabezado y el artículo.
Europa se dirige hacia la
barbarie política y ética. Es más Europa ha echado por la borda la política, el
asunto público y se ha echado en las manos del mercado y el gran capital. Un
proyecto que dura décadas, desde la señora Thatcher hasta ahora en la que la
aceleración es imparable porque el pueblo está perfectamente domesticado. Vamos
asumiendo la pérdida de los derechos históricamente conquistados sin rechistar.
Como un sueño, como un espejismo. Como si fuese algo que no fuese real. Para
cuando queramos reaccionar ya será demasiado tarde. Tenemos ejemplos en nuestra
propia historia del siglo XX.
Porque, precisamente, lo que se
está instaurando es el fascismo. Un fascismo económico y político. Con todo lo
que ello conlleva que parece que no nos damos cuenta. Por eso me pregunto,
junto con Felix Ovejero, si somos idiotas o ciudadanos, como reza el título de
su última obra. Y yo apuesto por lo primero, somos idiotas, nos han convertido
en idiotas aprovechando la propia naturaleza del hombre que es la de la
servidumbre humana voluntaria. Por eso nos es tan difícil salir de la minoría
de edad, de pensar por nosotros mismos. Simplemente de pensar y no de opinar y
hablar por hablar.
Y cuando digo idiota no lo digo
como insulto, sino que lo utilizo en su sentido griego. El idiota era lo
contrario del ciudadano o el político, el habitante de la polis el hombre
libre. Autónomo, aquel que se da, en la asamblea y por medio del logos, el
diálogo, la ley a sí mismo. El idiota es aquel que vive para sí y sólo para sí.
Que no le interesa la res pública. Pues nunca la ciudadanía ha estado tan
preparada para ser idiota, para vivir sólo para sí mismo. Y, mientras, todo lo
conquistado para y desde la colectividad, la polis, la ciudad, va
desapareciendo en las redes del mercado.
Europa es el invento del hombre,
es la humanización del homínido. Europa es la conquista de la democracia, con
su concepto de autonomía, isonomía
(igualdad ante la ley e isegoría (igualdad del uso de la palabra). Europa
es la eliminación de la superstición, de los mitos que esclavizan a través de
la ignorancia. Es la búsqueda del conocimiento y la conquista de la libertad a
través del mismo.
La salida de la caverna a la luz
de la razón que es universal y nos alumbra a todos. Es la separación del trono
y el altar, la secularización y el laicismo. La conquista de la ciencia como
modo de conocimiento del mundo, es el arte que nos eleva, desde la pintura, la
música, la literatura, la arquitectura…a lo sublime. Es decir, lo que nos hace
humanos, no simples homínidos. Es la conquista de los grandes derechos de la
humanidad a partir de la Ilustración: igualdad, libertad, fraternidad; ésta
última la gran olvidada. Por eso la Ilustración, y así lo considero junto con
titanes del siglo XX como Popper o Habermas o Rawls, es un proyecto inacabado,
o como dice José A. Marina es el gran proyecto ético político de la humanidad.
Y esto que se conquista en la
Ilustración es la ciudadanía frente al vasallaje. Es la conquista de la
dignidad. Y es muy importante saber una cosa para ser muy conscientes de lo que
se nos avecina y hacia dónde se dirige Europa. Y lo que hay que saber es que de
todo esto de lo que hemos hablado y más, como son las conquistas sociales (el
estado de bienestar) y laborales, son conquistas históricas. Me explico. No
existen los derechos naturales. El hombre es, culturalmente, un animal desnudo.
Es él mismo el que teje el vestido de la cultura. Todo es artificio, todo es
superfluo.
No hay ningún determinismo ni
biológico ni cultural que nos proporcione los derechos conquistados. Hemos sido
nosotros, nuestros antecesores, los que los han conquistado por medio de la
lucha. Porque lo que sí ha existido siempre es la desigualdad, la esclavitud y
la guerra. Y al conquistar los derechos llamados humanos lo que queremos con
ello es evitar la guerra, la esclavitud y la desigualdad. Y ese es el camino de
la Ilustración y el marco político es la democracia o la república. Y en eso
estamos desde hace doscientos años.
Pero Europa ha cambiado
de rumbo.
Ha optado por el totalitarismo
frente a la democracia. Ha idiotizado a los ciudadanos y los ha convertido en
esclavos útiles, servidores del nuevo dios, el mercado. Y el ciudadano ha
perdido sus derechos y la barbarie se extiende por doquier. Todo es una farsa y
una pantomima. El pueblo ignorante elige engañado, los elegidos no gobiernan.
Los poderosos, los grandes ricos del mundo y de Europa crean un lenguaje
(neolengua) que enmascara la realidad, que crea una realidad ficticia en la que
el ciudadano-vasallo se sumerge ahogándose en un mar de sinsentido. Y,
mientras, pierde la libertad, la igualdad y la fraternidad, ésta última ni
existe. Porque, precisamente la fraternidad, el considerarnos todos como
hermanos, iguales.
El ser capaz de ver nuestra
miseria y nuestra dignidad en el otro sería lo que podría salvarnos, pero nos
han vuelto idiotas y egoístas. Por eso no hay ni lucha ni revolución. Además de
que el enemigo es ubicuo o no está en ninguna parte. Es un perfecto teatro del
mundo. Pero estamos en el comienzo de la barbarie. Porque esta barbarie es la
del fascismo político, la de la ausencia de la dignidad. Y si el poder no
considera al pueblo como ciudadano, pues lo instrumentaliza, lo trata como un
objeto, no le importa su vida, ni sus alegrías, ni sus sufrimientos.
Por eso, la miseria, al fascismo
económico aliado al fascismo político al que estamos asistiendo, no le importa
al poder, porque el hombre ha sido despojado de la humanidad, esto es, de la
dignidad. Y por eso hemos dejado de ser ciudadanos para ser vasallos (y todo
muy bien legislado). Y con esta legislación de los poderosos hemos tirado por la
borda toda la conquista ética-política que Europa había llegado a vislumbrar
para el hombre y la historia. Y esa es la barbarie hacia la cual se dirige
Europa. Esa es la nueva Edad Media: pobreza, miseria, esclavitud, desarraigo,
vasallaje, desigualdad, poder absoluto y arbitrario…el faro ético-político de
Europa se apaga…y la mayoría permanece indiferente.
EXTREMADURA PROGRESISTA