Artículo publicado por Vicenç Navarro en la columna “Dominio Público”
en el diario PÚBLICO, 2 de mayo de 2013
Este artículo critica el silencio ensordecedor de la Iglesia Católica
frente a las políticas seguidas por los gobiernos conservadores españoles
(incluido el catalán), próximos históricamente a esta institución, que están
dañando el bienestar de las clases populares. El artículo contrasta este
comportamiento con el de la Iglesia Anglicana de Gran Bretaña , que ha
criticado duramente las políticas públicas del gobierno conservador británico.
No existe plena conciencia en España del enorme conservadurismo de las
máximas autoridades eclesiásticas de la Iglesia Católica en nuestro país,
resultado de su histórica alianza con las fuerzas ultraconservadoras que han
dominado al Estado español en los últimos setenta y cinco años. Y quisiera
aclarar que cuando hablo de la jerarquía
española, incluyo también a la catalana
y a la vasca que, aún siendo más sensibles hacia el carácter plurinacional del
Estado español, continúan siendo insensibles hacia el bienestar social de las
clases populares, limitando su acción a la labor asistencial de carácter
caritativo, la cual, sin desmerecer su valor para sectores muy vulnerables de
la población, no afecta al bienestar general de la mayoría de la población,
seriamente afectada por las políticas públicas de austeridad del gasto público
del Estado español (tanto el central como las CCAA). Los recortes de gasto
público social que caracterizan a estas
políticas públicas de austeridad contribuyen
en gran medida al deterioro de la calidad de vida de la población. La
falta de crítica de la Iglesia Católica hacia estas políticas públicas
promovidas ahora por los gobiernos conservadores que están debilitando
enormemente las transferencias (como las pensiones) y los servicios públicos
(como sanidad, educación y servicios sociales del Estado del Bienestar) es
sorprendente en una institución –como la Iglesia Católica- que se presenta como
promotora de la moral individual y colectiva de una sociedad. El énfasis en la
caridad, en ausencia de una preocupación por la justicia y la equidad, suena a
una incoherencia próxima al escapismo y cercana al oportunismo.
Su aparente preocupación por los síntomas –la pobreza- con deliberado olvido de sus causas –la
injusticia y explotación social- es una muestra de una moral oportunista, afín
a las estructuras de poder responsables de la pobreza. Hoy el deterioro del
bienestar de la población se está generando mediante unas intervenciones
públicas que sistemáticamente apoyan a unos sectores y clases sociales a costa
de otros. La evidencia de ello es abrumadora.
De ahí que, comparando el silencio ensordecedor de las autoridades
eclesiásticas frente a estas políticas públicas con la protesta activa y
contundente frente a las políticas que facilitan el aborto y permiten la
homosexualidad, parezca lógico concluir que la jerarquía eclesiástica tiene una
gran preocupación (que alcanza niveles casi de obsesión) por los derechos de
los que no han nacido todavía (en su lucha, por ejemplo, contra el aborto) y en
cambio muestra una desatención hacia los derechos de los que ya han nacido.
Comparando con la
Iglesia Protestante Anglicana
Este ultraconservadurismo se pone en evidencia claramente cuando se
compara también su comportamiento con el de la Iglesia Protestante Anglicana en
Gran Bretaña frente a una situación semejante a la de España . El Sr. Rajoy de
Gran Bretaña se llama Sr. David Cameron, presidente del PP británico que se
llama Partido Conservador. Como en España, el Partido Conservador ha sido
históricamente muy cercano a la Iglesia Anglicana hasta el punto de que solía
llamársele el Partido Conservador con Sotana. Pero esta relación se ha ido
debilitando y, aunque es el partido más próximo a esta Iglesia, el hecho es que
últimamente ha habido bastantes enfrentamientos sobre temas de política
económica y social.
Así, el gobierno presidido por David Cameron ha estado, como también el
gobierno Rajoy, debilitando el Servicio Nacional de Salud (National Health
Service, NHS) a base de recortes de gasto público sanitario, que están
destruyendo el servicio. 25.145 empleados han sido despedidos; se ha reducido
el 6% de todas las camas hospitalarias; el tiempo de espera promedio ha
alcanzado la mayor cifra conocida; la satisfacción del usuario con estos
servicios ha decaído, bajando de un 70% en 2010 a un 60% en 2012; la
privatización de la sanidad ha sido favorecida por estos recortes, que están
afectando a la calidad de los servicios sanitarios públicos; 12 hospitales
públicos han sido privatizados; y así un largo etcétera, políticas, todas
ellas, que están siendo aplicadas aquí en España por el Partido Popular, el
partido más próximo a la Iglesia Católica (junto con CiU, cuyo gobierno está
llevando a cabo políticas también semejantes en Catalunya).
Pues bien, en Gran Bretaña las autoridades máximas de la Iglesia
Anglicana han denunciado pública y extensamente estas políticas. Un ejemplo es
el simposio convocado por el Arzobispo de York para analizar los valores
morales que guiaban el desarrollo de estas políticas. El documento preparado
por el Arzobispo John Sentamu (Health and Well-Being, and the NHS) debería ser
lectura obligatoria para todas las autoridades de la jerarquía católica
española, para todos los creyentes católicos y para todos los votantes del PP
(y de CiU). Sería deseable que algún católico progresista lo tradujera. El
documento incluye comentarios como los siguientes:
“Deberíamos favorecer aquellas políticas que alientan el sentido de
hermandad de los que viven en nuestro país. (…) Estas políticas de recortes van
en contra de estos valores (…) afectan a la dignidad de las personas.(…)
No podemos apoyar políticas que separan,
no unen, a personas, y muy en especial en momentos de gran vulnerabilidad, como
en la enfermedad.(…) La compasión necesita ir asociada con el sentido de
dignidad, derechos y equidad.(…) La
moral nos exige construir una sociedad bajo estos principios.(…) Es
nuestra obligación defender los principios de Bevan (el Ministro de Salud del
gobierno laborista británico que estableció el NHS) que dan el derecho a cada
ciudadano de tener acceso a los servicios sanitarios.(…) No podemos apoyar o
estar callados frente a una situación como la actual en la que este derecho
está siendo afectado en la práctica por las políticas de recortes. (…) No
podemos aceptar por razones morales que la atención sanitaria dependa de la
capacidad de pago del paciente. (…) El NHS debería estar financiado
progresivamente, de manera que contribuyan con impuestos más acentuados los que
más tienen. (…) Debemos apoyar a un sistema público en el que tanto los
pacientes como los que trabajan en él sean respetados y queridos por el sistema.
Un hospital no puede ser un supermercado. (…) Necesitamos expresar nuestro
profundo desacuerdo con aquellos políticos que no respetan la justicia social
que guía la financiación y provisión de servicios del NHS, de manera que los
recursos se financien según el nivel de renta e ingresos de la ciudadanía, y
que se distribuyan según la necesidad de los pacientes. Necesitamos hablar
claro a favor de la equidad”.
Nada semejante a este documento ha sido firmado por ningún obispo
español, en respuesta a la crisis actual. Aquí toda crítica de la Iglesia al
gobierno ha sido sobre temas
relacionados con el sexo (aborto, homosexualidad) y sobre los ingresos a la
Iglesia por parte del Estado, y nada, repito, nada, sobre justicia social. Y es
ahí donde sería deseable que hubiera un movimiento en las bases de la Iglesia
Católica española (incluyendo la catalana y la vasca) para exigir un cambio en
sus dirigentes. Es de una enorme importancia para que la situación actual pueda
cambiar. Así pasó en Gran Bretaña y así podría (y debería) ocurrir en nuestro
país.