MIÉRCOLES, 29 DE MAYO DE 2013
JOSU GÓMEZ
La educación ayuda a la
persona a aprender a ser lo que es capaz de ser. Esta frase de Hesíodo
constriñe sin lugar a dudas en pocas palabras una gran verdad: un pueblo
progresa y avanza al mismo ritmo que invierte en la educación de sus generaciones
futuras.
Y es que la cultura y
la enseñanza han sido siempre los pilares en los que se han forzado las ideas
más revolucionarias de cambio a lo largo de la historia de la humanidad. La
educación pública dota a la persona de la libertad de pensamiento y de acción,
haciendo de la igualdad el principio rector para su desarrollo. Son estos
valores de igualdad y de libertad los que hoy de nuevo las castas de la derecha
más rancia de nuestro país quieren privarnos. Con Aznar fue la LOCE y con Rajoy
la Wertcerrada. Una ley esta que retrotrae a tiempos del Caudillo, algo que está
muy de moda con el PP no por menos su reforma de la Ley de Aborto busca que
tengamos ese viaje en el tiempo y volver a esa España de 1970 en la tan cómodos
parecen sentirse los líderes peperianos.
Y es que la Ley Wert no se ha conformado el
ministro con los recortes en la educación pública que ya se habían llevado a
cabo durante este año –eliminación de becas, reducción plazas de docentes en
centro públicos etc– o el aumento de las tasas universitarias –hecho este que
hoy esta motivando de nuevo un muro en el acceso a la enseñanza universitaria
de los/as hijos/as de las clases medias y obreras de nuestro país–, sino que el
ministro llega más lejos en la destrucción del sistema educativo público. La
pérdida de poder de decisión de los centros escolares frente a la dirección que
no será nombrada por la comunidad educativa sino desde la administración, el
blindaje y apoyo a los centros concertados que segreguen por razón de sexo o por
capacidad creando un clasismo entre “listos” y “menos listos”, la religión como
asignatura al mismo nivel que las matemáticas o la eliminación de la
selectividad hacen que esta ley sea un nuevo ejemplo de clasismo sexista y
retrogrado al que ya en tan sólo un año de gobierno nos tiene acostumbrado
Rajoy y sus ministros. Es triste y agónico observar cómo en tan poco tiempo el
PP destruye a su antojo las libertades y derechos que tanto tiempo costaron
construir. Procuremos como decía Unamuno ser más padres de nuestro porvenir que
hijos de nuestro pasado.
DIARIO PROGRESISTA