Metástasis
de una foto
Camps y Barberá gastaron 4,5 millones públicos en el Summit, que les
dio proyección junto al yerno del Rey y les pasa factura nueve años después -
Aguardan su imputación en el TSJ al hallar el juez Castro cuatro delitos en el
pago abusivo a Nóos, que no es una ONG
16.06.2013 | 11:13
Pons, Torres, Barberá, Urdangarin y Camps F. M.
Francesc Arabí
Érase una vez una tierra cuyas autoridades borraron el invierno y el
otoño para sumergir al pueblo en una eterna primavera. Un antiguo reino que
vivía en éxtasis perenne dentro de una burbuja inmobiliaria y de delirio de
eventos coronados por una señera. El PP, esta vez con Francisco Camps, había
vuelto a arrasar en las urnas autonómicas y Rita Barberá iniciaba su cuarto
mandato de alcaldesa. Un mes antes del sorteo navideño de 2003, a Valencia le
tocó una cosa rara llamada Copa del América. El Gordo entró por mar, con un
suizo millonario de nombre Ernesto Bertarelli al timón, y las autoridades
empoparon la política rumbo al 2007.
Un día, la alcaldesa tropezó con Iñaki Urdangarin, el yernísimo del Rey
del auténtico Reino, el de España, y le manifestó su «preocupación» por cómo la
empresa ACM „organizadora y explotadora comercial del torneo de vela„conducía
el negocio. Urdangarin le explicó que había montado, con su socio Diego Torres,
el Instituto Nóos, dedicado al patrocinio y foros de deporte. La conversación
alumbró una reunión en el Palacio de la Zarzuela, el 29 de enero de 2004, en la
que se cocinó que Valencia albergaría un invento bautizado como Summit,
consistente en tres días de conferencias y del que se celebraron tres
ediciones. Costaron 4,2 millones al Consell y al Ayuntamiento de Valencia. A
través de Ciudad de las Artes (Cacsa) y la Fundación Turismo Valencia, Camps y
Barberá pagaron con dinero público una foto glamurosa que les daba proyección
política. A cambio, el yerno del Rey empezó a sacar rédito de una tarjeta de
visita que le iba dando la liquidez de una VISA platinum. El precio de la
segunda foto de promoción política más cara de la historia „la primera fue la
de Eduardo Zaplana y Julio Iglesias„ se supo hace 8 años. Incluídos los 382.203
euros para organizar los primeros Juegos Europeos.
Misma obra, otro escenario. Pero el escándalo no pasó de algunas
críticas desde la oposición, las informaciones de este diario y poco más. Nueve
años después del primer Valencia Summit, este cuento, investigado por el juez
de Palma José Castro y con alguna novedad en el guión, tiene contra las cuerdas
a Barberá y a Camps. La obra no ha cambiado, pero el escenario y la actitud del
público, el ambiente social, han dado un giro radical. Y ha llegado el juez
Castro para evocar al niño de la fábula de Hans Christian Andersen y decir que
el yerno del Rey desnudó las arcas públicas con el consentimiento de quienes
custodiaban la llave de la caja.
El Tribunal Superior de Justicia (TSJ) valenciano ha de decidir si
asume la competencia en la causa y cita a Camps y Barberá como imputados,
después de que el titular del Juzgado de Instrucción 3 de Palma le ha remitido
el caso al ser los protagonistas aforados. Castro les atribuye malversación,
prevaricación, falsedad documental y fraude a la Administración. Delitos que
comportan penas de entre 7 y 15 años de cárcel y de 21 a 36 años de
inhabilitación para cargo público.
Reverencias al yerno del Rey. La actuación ilícita radicaría en que se
pagó un precio abusivo y se adjudicaron a dedo las jornadas. Camps y Barberá
«asentían verbalmente a lo que se les ofrecía porque era yerno del Rey»,
denuncia Castro en un auto que no tiene desperdicio. Se actuó con
«favoritismo», «orillando las normas de contratación pública» y hasta «el
sentido común». No se atendió al «interés general» sino al «deseo de doblegarse
a las exigencias de Urdangarin por su parentesco con la Casa Real», insiste.
Castro lamenta que «despreciaron olímpicamente» hacer un «estudio sobre
los costes y repercusión». El Síndic de Comptes ya alertó, en sus auditorías de
2005 y 2006, que Cacsa no justificó la necesidad del gasto ni por qué eligió a
Nóos a dedo. El juez va más lejos al denunciar que tampoco hubo «informe sobre
la viabilidad técnica, financiera o jurídica o estudio de precios de mercado».
En definitiva, se limitaron a pagar. El canon (1,04 millones al año) y
una «cantidad complementaria para determinados gastos», según estipulaba el
convenio. Esa cantidad extra ascendió a 1,07 millones (307.000 en 2004; 413.295
euros en 2005 y 287.155, en 2006) soportados por Cacsa y Turismo Valencia. La
cláusula fue la coartada para abonar con dinero público todos los gastos de
organización: desplazamientos, comidas, charlas (como las de Mikel Urdangarin,
hermano del duque de Palma, a 3.000 euros) o alojamientos. Como el de Jaime de
Marichalar, excuñado de Urdangarin, o el de la amiga del Rey Corinna
Syan-Wittgenstein en la planta 14 del Eurostars Gran Valencia.
Un millón de beneficio limpio. El canon era un ingreso limpio para un
Nóos en teoría sin ánimo de lucro. Para el juez la búsqueda del enriquecimiento
era «desmedida». La investigación cifra en 300.000 euros el coste real de cada
edición. Lo que abunda en la arbitrariedad del precio es el hecho de que el
canon coincide al euro con el caché de Nóos por cada una de las dos ediciones
del Fòrum Illes Balears.
Para colmo, la instrucción ha revelado irregularidades en la
justificación de gastos. Hasta quisieron cobrarle al Consell 15.870 euros por
billetes de avión que Air Europa había regalado a Nóos.
Para Castro y el fiscal Pedro Horrach, Nóos canalizó el dinero a
sociedades de Urdangarin y Torres, que desviaron fondos a paraísos fiscales.
Aizoon, Virtual Strategies, Shiriaimasu, Intuit Strategy Innovation Lab o De
Goes Center son algunas de las firmas, en cuyos consejos se sentaba la infanta
Cristina o compañeros de Urdangarin en la escuela de negocios Esade, donde se
forjó la alianza entre el profesor Torres y el alumno yerno del Rey.
La génesis de los negocios de Nóos en Valencia tiene en el Palacio de
la Zarzuela el escenario clave. Los socios presentaron allí su proyecto a Camps
y Barberá. Urdangarin eligió el lugar «para mayor impacto psicológico hacia la
autoridades valencianas»,según Castro.
Torres lo explicó al juez sin ahorrar detalles. Pasada la Navidad de
2003, Barberá trasladó a los duques de Palma, con quienes coincidió en un acto,
su preocupación por la gestión de «los derechos de marca» de la Copa de
América, en manos de ACM. Urdangarin «le ofreció los servicios gratuitos de
Juan Pablo Molinero» recién fichado por Nóos, procedente de PriceWaterhouse y
experto en gestión de marcas de FIFA». El duque remitió el 16 de enero una
carta a Barberá en la que le reiteraba la «disponibilidad del experto». La
alcadesa quedó «muy agradecida» por la ayuda de Molinero, quien mantuvo
reuniones con la empresa suiza organizadora, y «se interesó por la actividad de
Nóos».
Rita y Salinas culpan a Grau. Urdangarin explicó a la alcaldesa que
«venían trabajando en un encuentro mundial sobre grandes eventos, previsto para
el verano de 2004 en Estados Unidos». Quedaron en verse para presentar la
iniciativa a Camps. Fue el citado 29 de enero. En Zarzuela departieron los
socios de Nóos y los políticos y al finalizar la presentación «Camps y Barberá
expresaron su interés» por el Summit. El 14 de abril, día de la República, el
duque remitió una carta a la alcaldesa en la que le trasladó la ilusión por
«convertir Valencia en el Davos del deporte y las ciudades». Y le pidió
«confirmación» de que quería acoger el foro. Meses antes de firmar, Nóos ya
trabajaba en el proyecto, aspecto que para el juez prueba la «arbitrariedad» en
la concesión. El convenio fue rubricado por Nóos, Cacsa y Turismo Valencia.
Estamparon su firma José Manuel Aguilar y Jorge Vela, exdirectores de Cacsa; el
vicealcalde Alfonso Grau, presidente de Turismo Valencia, y José Salinas, su
gerente.
Desde que la investigación de la pieza separada 25 del caso Palma Arena
viajó a la Península, Grau ha sido atacado por fuego amigo. Barberá y Salinas
han descargado en él la responsabilidad del convenio. Como testigo, Grau
declaró en diciembre de 2012 ante el fiscal, que se desplazó a Valencia, que la
fundación controlada por el consistorio se limitó a aceptar las jornadas que se
le ofertaron: «se firmó, se realizaron y se pagaron». Cuestión distinta, vino a
decir, es qué hizo Nóos con el dinero. Barberá repite que el Summit fue
aprobado «por los órganos» de la fundación. Y reitera que ella no firmó nada.
Fueron Grau y Salinas.
Éste último ha culpado al vicealcalde en sus dos testificales. La
última, el 24 de abril, en la pieza secreta abierta por Castro sobre la reunión
de Zarzuela. Salinas explicó que Grau trajo la propuesta. Y punto. Que no hubo
reunión entre Turismo Valencia y representantes de Nóos.
Grau admitió, con todo, que algo «raro» notaron entonces. De ahí que
solo se celebraran tres de las cuatro ediciones previstas. Cuando saltó el
escándalo y Urdangarin dejó la presidencia de Nóos. Los negocios no. Así, el 5
de mayo de 2006, el pleno del Consell aprobó destinar 3 millones a la
candidatura de Valencia como sede de la primera edición de los Juegos Europeos.
Había sido el anuncio estrella de Camps en el debate de política general de
2005, pero nunca se celebraron. Esteban González Pons y Vicente Rambla, como
presidentes de la Sociedad para la Imagen Estratégica, rubricaron el acuerdo.
Finalmente, «solo» llegaron a abonarse 382.203 euros.
«Business» público y privado. Esta es la historia de cómo Valencia se
convirtió en la «city» para los «business» de Nóos. Con una foto con políticos
y mucho anglicismo estilista para vestir las tarifas de gama alta. Fueron
jornadas con mucho «brainstorming», «branding», «management» y un aliño de
«know how». Con 102 patrocinadores privados o clientes de Nóos. Desde Repsol
(237.800 euros), al Santander (18.000), pasando por el Valencia CF (58.000),
Toyota (58.000), la Fundación Bancaja (29.000) o cinco empresas de Paco Roig
(290.000). Aguas de Valencia aporto 125.000 euros y el dueño de Lobby
Comunicación, Miguel Zorío, contratado para para llevar las relaciones externas
del Summit, pagó 371.000 euros. Dijo que por servicios que le prestó la entidad
de Urdangarin en las gestiones de los Juegos Europeos, en las que Zorío
intervino.
El Villarreal CF abonó 690.000 euros por un informe de 11 páginas.
Fernando Roig declaró a Castro que apostaron por el yerno del Rey confiando en
que lograría patrocinador para el campo de El Madrigal.
El magnetismo de la tarjeta de visita de Iñaki Urdangarin atraía el
dinero valenciano público y privado. Ya lo dijo Camps en la inauguración del
Summit: «No es casualidad que Nóos se haya fijado en Valencia para esta
iniciativa pionera en España». En aquellos tiempos Valencia era pionera en casi
todo.
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