Un caballo de Troya en la jungla
capitalista
Raúl Contreras, el gurú
valenciano de la economía social que promueve la escuela Okonomía, reivindica
el valor de paliar la ignorancia ciudadana en torno a las finanzas
09.06.2013 | 05:30
Un caballo de Troya en
la jungla capitalista Bonacasa
Si la vida es la mejor escuela, fue entre los
gitanos y excluidos del barrio de La Coma donde Raúl Contreras aprendió una de
las lecciones más importantes del temario: «La ignorancia es la mayor pena; es
peor que cualquier otra deficiencia». Él, un emprendedor inquieto que montó su
primera empresa antes incluso de acabar la carrera de Económicas, descubrió
entre los más olvidados de la sociedad que no hay flaqueza más grave que el
desconocimiento.
Después de crear la
segunda Sociedad Anónima Laboral de la Comunitat Valenciana, que exportaba
alimentos artesanos del mundo rural y que contrataba a antiguos presos y
personas con discapacidad, Raúl montó un holding de empresas de inserción en La
Coma para gente sin empleo. Entre 1998 y 2009, unas 300 personas del barrio
encontraron trabajo puntual y rotatorio gracias a su iniciativa. Inmerso entre
los dramas cotidianos del barrio, le marcó mucho descubrir que algunas casas
exhibían un gran televisor de plasma en el salón mientras tenían «la nevera en
los hierros» „es decir, sin comida„ y las camas sin sábanas. «Conclusión:
cuando no hay conocimiento, tomas decisiones que no son las más adecuadas»,
defiende Raúl.
La crisis le ha dado la
razón: hipotecados que no necesitaban ser propietarios de una vivienda están al
borde del desahucio y devorados por las deudas, o preferentistas
(auto)engañados que olvidaron el gran consejo de la abuela: «Nadie da duros a
cuatro pesetas». Al margen de los abusos de quienes mueven los hilos y el
poder, entre la ciudadanía faltó prudencia, pero también conocimiento. Y por
eso ha fundado Okonomia, una escuela popular de Economía enclavada en el
corazón de Benimaclet cuyo objetivo es enseñar a la gente corriente a moverse
entre la jungla capitalista, entender el lenguaje imposible de los bancos,
«encriptado a propósito para hacerse incomprensible», y proporcionar las
herramientas necesarias para que las personas sean dueñas y conscientes de sus
decisiones económicas. Parece algo básico en la vida.
Pero, como constata
Raúl Contreras, «no figura en el currículo escolar, ni siquiera en la
asignatura de Economía, que se centra más en la historia y en nociones teóricas
de microeconomía y macroeconomía».
En las clases de esta
escuela popular, que se imparten cada jueves por la tarde en el colegio público
Pare Català de Benimaclet, quince alumnos „casi todos universitarios„ aprenden
cómo afrontar la firma de un préstamo o una hipoteca; cómo trabajar con los
principios clásicos de liquidez, seguridad y rentabilidad; o cómo se pueden
generar ingresos y reducir gastos en la economía doméstica mediante el ahorro
energético, un consumo más responsable o el uso de monedas sociales.
Incluso dan un paso
atrás y les enseñan a los participantes en esta escuela piloto a reflexionar y
plantearse cuestiones elementales para su economía. Como la más crucial de
todas: «¿Por qué quieres ser propietario de una vivienda? Si con el uso de una
vivienda te sobra y eso puedes conseguirlo con alquileres, ¿para qué quieres
endeudarte de por vida?», reflexiona Raúl Contreras. Sin embargo, si deciden
dar el paso de comprar una vivienda „añade„les enseñamos todas las cláusulas de
una hipoteca».
Tras varios meses de
curso, los alumnos «ya controlan lo que van a firmar y las consecuencias que
conlleva», se enorgullece el impulsor de Okonomía.
Pero no sólo difunden
saberes prácticos. A quien quiera „«sin adoctrinamientos ni fundamentalismos»,
advierte Raúl Contreras„, se le invita a dar un paso más allá y convertirse a
la economía solidaria como alternativa al capitalismo feroz. Y pone dos
ejemplos: «Aunque los veas en el mercado, los pantalones a dos euros no
existen. Alguien está pagando la diferencia. Y si el que hiciera los pantalones
fuera tu hijo, ya no es que no los comprarías, sino que les pegarías fuego. Más
allá del ámbito de la subsistencia, no entiendo cómo hay gente con convicciones
sólidas que ejercen un consumo tan irresponsable como comprar las zapatillas
que provocan el paro de su padre y nos quitan la riqueza».
Pero él insiste: lo más
importante es que los ciudadanos se empoderen. Que cualquier persona pueda
conocer y dominar los conceptos y las herramientas básicas del sistema
económico con los que dar respuesta a sus problemas particulares y a los de su
comunidad. Desde dentro del sistema, como un virus o un caballo de Troya. Con
sus mismas armas, si no quieren cambiar de bando y levantar una barricada
frente al capitalismo. Pero con el conocimiento y la conciencia de a quién
dejan su dinero, qué hacen con él y qué efectos tiene. Al final, lo que pretenden
conseguir son ciudadanos difíciles de asustar ante las fauces de la fiera „«el
miedo, derivado de la ignorancia, es lo que permite implantar con facilidad las
políticas que de otro modo no entrarían ni a tiros», advierte Raúl„ y para que
si a alguien se le queda la nevera en los hierros, al menos haya sido con
conocimiento de causa.
LEVANTE-EMV