´Me crié con cartilla
de racionamiento y moriré con ella´
Cruz Roja y el Banco de Alimentos, que forman con Cáritas el trío de
entidades de la Mesa de Solidaridad convocada por Fabra para hoy, adelantan sus
propuestas para afrontar el silencioso drama de la pobreza
17.06.2013 | 10:03
Una usuaria recoge los alimentos
en el Banco de Alimentos de Valencia en una imagen de esta misma semana.
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REUTERS/Heino Kalis
Y a los cinco años, la
Generalitat despertó. Un lustro después del inicio de la crisis, Fabra convocó
para hoy una reunión urgente de la Mesa de la Solidaridad para afrontar la
pobreza. En este debate previo, las entidades sociales fijan las prioridades ante
la lacra social.
Paco Cerdá | Valencia Sucedió
esta semana en el Banco de Alimentos de la Pobla de Vallbona. Y a Jaime Serra,
su director, le crujió el alma nada más oírlo. El hombre andaba por los 82 años
y, asfixiado por la necesidad, consiguió que le dieran el carné que le permite
sacar comida durante medio año en esta institución benéfica. Desde lo más hondo
de su ser, a este anciano de l´Horta crecido en la guerra y la posguerra „y que
en su anonimato simboliza a miles de compañeros de generación„ le salió una
frase que resume toda una vida: «Para criarme, mis padres tuvieron que echar
mano de una cartilla de racionamiento. Y ahora, después de toda una vida
trabajando, repito la historia y moriré con cartilla».
Esta reflexión retrata la situación de pobreza en la Comunitat
Valenciana, donde las cifras de asistencialismo se han disparado en el último
año. Cáritas ha superado los 192.000 atendidos en las tres diócesis „la mitad
de ellos ya son españoles„ tras invertir más de 8,5 millones en ayuda en 2012.
La Cruz Roja ha extendido sus tentáculos solidarios hasta alcanzar a 380.000
valencianos en 2012, y sus planes específicos de emergencia „Lucha contra la
pobreza y Ahora más que nunca„ han llegado a 93.000 personas. El Banco de
Alimentos de Valencia, más focalizado en la capital y su área de influencia,
prosigue su trabajo de emergencia con cifras récord: cada mes, reparte comida a
más de 57.000 personas y socorre el estómago de más de 6.000 familias, con más
de tres miembros de media, mientras ve con tristeza una lista de espera de más
de 2.000 familias.
Las alarmas ya hace tiempo que saltaron en una tierra con 582.126
parados. Una tierra donde la pobreza ha aumentado un 18 % entre 2008 y 2011,
más del doble que la media española según un informe del Institut Valencià
d´Investigacions Econòmiques. Pero es hoy cuando se celebra la primera cumbre
contra la pobreza. El presidente Alberto Fabra ha convocado la Mesa de la
Solidaridad que conforman cargos de la Administración „de la Conselleria de
Bienestar Social, de las diputaciones y de los ayuntamientos„ y representantes
de las tres organizaciones asistenciales que componen dicho órgano: Cáritas,
Cruz Roja y los Banco de Alimentos.
¿Qué esperan de la cita los que mejor conocen el terreno de la marginación
y la vulnerabilidad? En un debate previo celebrado en la sede de Levante-EMV,
el director del Banco de Alimentos lamenta que «ya hace tiempo» que él viene
reclamando este encuentro. «Puede ser que llegue tarde, pero lo importante es
que llegue», añade. Y lanza tres objetivos que le gustaría concretar: «Hay que
unir esfuerzos y coordinarse mejor para no duplicar el trabajo y que se atienda
a la gente que más lo necesita. Para ello, deben crearse listados y poner
códigos para saber dónde está la marginación social. Y, además, hace falta el
compromiso de rebajar algún evento y dedicarse más a paliar y hacer un
seguimiento más cercano de esa gente que peor lo pasa. Porque son momentos muy
graves y en Valencia hay familias que pasan hambre y otras que viven en cloacas
en las que les han cortado la luz y el agua».
A su lado, el vicepresidente autonómico de Cruz Roja, Javier Mayoral,
opina que «la respuesta a la crisis no puede ser de tipo asistencialista».
«Hemos de generar estrategias para que las personas puedan salir adelante por
sí solas. Es la metáfora de no dar pescado, sino de enseñar a pescar». Por eso,
pide «medidas que inciten al autoempleo o que hagan más fácil la contratación
por parte de empresas» y sugiere «rebajas fiscales para emprendedores, que el
IVA de las facturas no haya de pagarse de forma anticipada, que la
Administración implemente un sistema de pagos ágil, o que se hagan rebajas en
la Seguridad Social». «Si nos limitamos a pedir dinero para las necesidades
básicas, no saldremos nunca de la crisis y nos convertiremos en una sociedad
asistida», advierte el número dos de Cruz Roja en la Comunitat Valenciana.
Hace dos semanas, en la presentación del informe anual de Cáritas, su
secretaria general en Valencia, Fani Raga, denunciaba el «desmantelamiento de
los servicios sociales» a raíz de un proceso de «consolidación de la reducción
y el agotamiento de las ayudas de protección social». Un dardo a la
Generalitat. Cáritas reclama más dotación presupuestaria para políticas
sociales. En opinión del vicepresidente de Cruz Roja, en cambio, «la salida de
la crisis no puede limitarse a la generación de dinero público para comprar
determinadas cosas que hacen falta „que también hay que hacerlo„, sino en
establecer estrategias para que las personas puedan alcanzar el autoempleo o
disponer de crédito».
Dos temas sangrantes
Alberto Fabra, que en el plano político se ha visto adelantado por los
gestos del presidente provincial Alfonso Rus en ser el primero en responder a
las llamadas de auxilio del Banco de Alimentos o de la desnutrición infantil,
proclamó en las Corts que en la reunión de hoy se pondrán los «recursos» de
todas las administraciones para hacer frente a los problemas derivados de la
crisis. Parece ambicioso. Tal vez demasiado para una economía, intervenida de
facto, que tiene obstruidos los mercados financieros y ha de recurrir a los
préstamos del Gobierno vía FLA para seguir latiendo.
Conscientes de ello, los actores sociales se conforman con que en la
cumbre de hoy se establezca «un compromiso serio» y sólo sea «el punto de
partida». Cruz Roja pondrá sobre la mesa «los dos temas sangrantes de este
momento: la gran vulnerabilidad de las personas mayores, que en muchos casos se
han convertido en el soporte de las familias con unas pensiones muy bajas, y el
gran problema derivado del paro juvenil y la falta de perspectivas laborales
para la gente joven», expresa Javier Mayoral. Cáritas, más pegada a la urgencia
inmediata, ha mostrado su preocupación por «los retrasos de un año en la
percepción de la Renta Garantizada de Ciudadanía» y la marginación sanitaria
para los sin papeles. Será otra reivindicación.
Al director del Banco de Alimentos de Valencia, que trabaja «en el
primer escalón de la marginación social», le inquieta especialmente la respuesta
inmediata a las situaciones más graves, porque «hasta que se empiece a crear
empleo y recuperar la economía, habrá un desfase o tiempo de espera que mucha
gente no es capaz de aguantar». «Este desfase „prosigue con tono crítico„ lo
está cubriendo la sociedad con donaciones de comida y dinero porque, a lo
mejor, la Generalitat y el Gobierno no han tenido la suficiente rapidez de
actuación». De actuación ante personas como el octogenario de la cartilla de
racionamiento, que tras lamentar el triste círculo cerrado de su vida, aún tuvo
fuerzas de mirar su nueva cartilla, sonreír y decirle a Javier: «¡Y que no nos
falte!». Está es su última e inesperada posguerra.
LEVANTE-ELMV