LUNES, 10 DE JUNIO DE 2013
ANTONIO MIGUEL CARMONA
Sostengo que la
intención del Gobierno de la Nación a partir de la reforma del sistema de pensiones
es la de proceder a comenzar a sustituir el actual sistema de solidaridad por
un sistema de capitalización sostenible con fondos privados.
El punto más importante de la extravagante
propuesta de los doce expertos (menos tres) hace depender la pensión de los
ingresos obtenidos por el sistema. Una apuesta por algo similar al sistema de
capitalización, la puerta abierta para un cambio radical en el modelo.
El actual sistema se
asienta en la solidaridad universal intergeneracional en el que la generación
que trabaja sufraga el retiro de la que descansa. Desde que tengo uso de razón
se viene presagiando –especialmente por las instituciones financieras privadas
interesadas en la reforma-, que el sistema iba a quebrar.
Todavía estoy
esperando. Porque si la solvencia del sistema actual depende del nivel de
empleo y productividad, sabremos si el modelo es sostenible en 2025 siempre y
cuando conozcamos los ocupados y su producción por hora ese mismo año.
Luis Martínez Noval,
ministro de Trabajo socialista, recientemente fallecido, publicó un artículo en
El País el 21 de enero de 2011 en el que se planteaba el supuesto de que un
trabajador hubiera aportado la cotización máxima durante el período 1974-2009.
Si lo hubiese hecho en
el sistema actual hubiera recibido una jubilación de 34.000 euros anuales, y si
lo hubiese suscrito en un sistema de capitalización privada éste le hubiese
aportado un retiro de tan solo 12.000 euros.
Porque el sistema de
capitalización está expuesto a las fluctuaciones de las inversiones
financieras, desde el riesgo pasando por la incertidumbre. No en vano los
fondos de pensiones de Estados Unidos estaban quebrados en 2006, arrastrando
unas pérdidas de 600.000 millones de dólares, teniendo que ser salvados por una
disposición de agosto del mismo año.
Disposición que, por
cierto, garantizó el salvamento de dichos fondos y por lo tanto el retiro de
millones de norteamericanos, a partir de la participación de un organismo
público como lo es la Pension Benefit Guarantee Corporation (PBGC).
Para mayor
abundamiento, cambiar de un sistema de reparto y solidaridad a uno de
capitalización privado, tiene la imposibilidad de la acumulación del coste de
transición, el coste de adquisición de una prima, el coste de administración y,
al tiempo, el riesgo de la volatilidad y la incertidumbre de la recesión.
Por eso, una manera de
abrir la puerta, digo, a un sistema de capitalización es haciendo depender el
sistema de reparto de los ingresos presentes. Como si nuestro retiro tuviera
que depender de un cálculo actuarial o una anotación contable. Por cierto…
equivocada.
@AntonioMiguelC
DIARIO PROGRESISTA