23 jun 2013
Pablo Iglesias
Profesor de Ciencia Política en la Complutense, donde también estudió
Derecho. Tras doctorarse, se especializó en humanidades en la Universidad
Carlos III y en filosofía de los media y comunicación en el European Graduate
School. Polemista por vocación y fascinado por la comunicación política, dirige
y presenta la tertulia política La TuerKa, que muchos consideran la más crítica
de la televisión.
Twitter: @Pablo_Iglesias_
Moruno me mandó ayer
una reflexión del anarquista Errico Malatesta para que la usara en el debate de
La Sexta Noche sobre la educación. Decía Malatesta que los que no han trabajado
nunca hablan siempre en nombre del trabajo, del mismo modo que los que no se
han esforzado nunca, hablan siempre en nombre del esfuerzo. Es difícil
encontrar una caracterización mejor de los defensores de las reformas
educativas de Wert. Mienten hasta la saciedad y jamás han predicado con
ejemplo.
Dicen que no se han
recortado las becas y la realidad es que en los últimos dos años la partida
destinada a becas se ha reducido en más de 200 millones de euros y que el próximo
curso casi 100.000 estudiantes tendrán que dejar de serlo. Apelan a Europa y
llaman a los jóvenes a ser “aventureros” y a emigrar a ese “extrarradio” de
España (no lo olviden, Europa no es el extranjero) al tiempo que las becas
erasmus se han reducido un 40% y el próximo curso lo harán en un 70% (de 60 a
17 millones). Si ya era difícil irse de erasmus sin ayuda familiar ¿Quién se
podrá ir ahora de erasmus? Sólo los afortunados que puedan pagárselo.
Al tiempo que alientan
que se subvencione la educación privada, acusan a las infrafinanciadas
universidades públicas de derrochar, cuando la realidad es que la subida de
tasas obligará a millares de estudiantes a abandonar sus estudios. Con un 60%
de paro juvenil, 6 millones de parados y el sistema Bolonia que dificulta que
los estudiantes compatibilicen trabajo y estudios ¿Cómo demonios van a pagarse
la carrera?.
Aluden, sin habérselo
leído, a los datos del informe Pisa sobre el fracaso escolar, ignorando que el
mismo informe reconoce los logros de la educación en España a pesar de su
escasa financiación; casi a la par con Francia en resultados de conocimiento y
por encima de Italia. Ignoran que el informe Pisa de 2009 señalaba que los
resultados escolares de los estudiantes españoles de bajos ingresos superaba la
media de países de la OCDE y que, en el último medio siglo, sólo Corea del Sur
e Irlanda superan la evolución educativa española que tuvo que remontar el
desastre que representó el Franquismo. Para que se hagan una idea, el 65% de
los jóvenes andaluces superan en titulación a sus padres. ¿Por qué hay entonces
tanto fracaso escolar en España? Básicamente por dos razones; unos altos
niveles de exigencia inexistentes en los demás países (en España no se puede
seguir estudiando sin el título de ESO) y por la estafa del boom inmobiliario
que empujó a muchos jóvenes a dejar de estudiar para ponerse a trabajar en la
construcción.
Pero ¿Quiénes son los
defensores de las reformas de Wert? Desde luego nadie de la comunidad
educativa, unida como un puño (estudiantes, personal administrativo y de
servicios, madres y padres, docentes y hasta los rectores) para enfrentarse a
un gobierno que está desmantelando la educación pública. No olvidemos que al
tiempo que los licenciados más brillantes de nuestro país negaban el saludo al
ministro Wert y el alumno con mejor nota de selectividad lucía la camiseta
verde de los defensores de la educación pública, la casta gobernante contrata
como asesores a los jefes de sus juventudes, como Juan Carlos Caballero, con
sueldos de escándalo o premia la prudencia al volante de Ángel Carromero con un
nombramiento como asesor en el Ayuntamiento de Madrid. Esos son los defensores
de Wert. Ni Carromero ni Caballero recibirán una distinción por su rendimiento
académico pero cobran sueldazos al tiempo que exigen a los jóvenes que
apechuguen y que asuman que es mejor cobrar 500 euros que no cobrar nada. El
caso del más famoso defensor de la política educativa del gobierno, el señor
Francisco Marhuenda, es más que llamativo; docente en una universidad pública
es materialmente imposible conocer los datos de su rendimiento académico cuando
era estudiante. En lo que se refiere a sus tareas investigadoras, nada se dice
en la web de su departamento y el portal dialnet aporta magros resultados; todo
lo contrario que una mayoría de profesores malpagados que sólo cobran de su
actividad docente e investigadora y que se ven obligados a mantener (y a
publicar) currículos de excelencia para tener alguna opción de permanecer en la
Universidad.
Lo diré llanamente, el
modelo educativo de esta derecha convertirá las universidades en un coto
privado de aquellos que puedan pagar y destruirá el mérito para favorecer a una
casta de cobardes acríticos y lameculos. No es nada nuevo; así se prosperaba en
el Franquismo.
Público.es