MARTES, 18 DE JUNIO DE
2013
ANTONIO MIGUEL CARMONA
Más de dos millones de niños viven en España
en hogares por debajo del umbral de pobreza. Un lugar en la sombra y en el
olvido que pone contra las cuerdas la moralidad de los recortes y frente a la
más profunda de las vergüenzas a todos nuestros legisladores.
Cuando el comisario
para los Derechos Humanos del Consejo de Europa, el letón Nils Muiznieks, tomó
la palabra, nadie podía presagiar que iba a avergonzar a todo un país. Éste
doctor en Berkeley y hombre sobradamente conocido en la defensa de los derechos
civiles de los europeos, tras una visita de cinco días a nuestro país, España,
sentenció:
“He escuchado con
preocupación historias de niños que se desmayan en clase porque no han comido,
que acuden dos y tres semanas con la misma ropa al colegio”.
La política debe servir
sobre todo para esto. Para solucionar los problemas colectivos, las condiciones
sociales adversas y dar instrumentos suficientes para que puedan solucionarse
las condiciones personales adversas.
Mientras la política
duerme y la prevalencia para muchos legisladores y para el Consejo de Ministros
se centra en cuestiones que, aún importantes, no son urgentes, mientras tanto,
digo, en Cataluña 2.865 escolares sufren una alimentación deficiente.
Una responsabilidad que
es de todos, también de los medios de comunicación, sobre todo de aquellos que
se lanzaron como leones despedazando a la Junta de Andalucía por repartir
bolsas con desayuno y merienda para once mil menores.
Pero sobre todo, la
responsabilidad es de aquellos que gobiernan, aquellos que forman parte de una
administración, la de Rajoy, que ha aplazado la ayuda contra la pobreza o
permite que muchos de nuestros hijos no tengan la posibilidad de crecer como
los demás.
Una responsabilidad,
insisto, que es de todos, sin excepción, pero que se agrava cuando los
trabajadores sociales reconocen que esta situación se está produciendo
principalmente por la reducción de las becas comedor.
Ya sé que los niños no
votan, que no conocen las leyes, que no saben que sus padres disimulan la
miseria con sonrisas y que no son conscientes de que cuando cogen la mochila
cada mañana alguien podrá estar siempre pensando en ellos
@AntonioMiguelC